Page 225 - Azaña: Intelectual y estadista | eBook
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conventos y monumentos artísticos. Se destruían innumerables obras de arte, bibliotecas llenas de incunables y millares de libros. Las huelgas se extendían por todo el país. En un año, en Sevilla se habían producido 1.677 (sic) huelgas en las que los trabajadores habían resultado vencedores salvo en una ocasión, según había confirmado el gobernador civil al Parlamento.
Encima, los socialistas hacían una campaña de descrédito contra la Guardia Civil, la única fuerza capaz de mantener el orden público, pero incluso habían solicitado su disolución. Los obreros afiliados a los sindicatos socia- listas, descontentos de la política que llevaban sus tres ministros en el Go- bierno, abandonaban sus filas y se pasaban a las comunistas o a las anar- quistas, organizaciones más extremistas, cuya fuerza aumentaba de día en día, y que obedecían por lo menos a las indicaciones rusas, lo que las hacía mucho más peligrosas.
Así se llegaba al veredicto. La República engañaba a la opinión extranjera con una constitución liberal, democrática y progresista, pero escondía, cui- dadosamente, su no aplicación, ya que ni siquiera estaba en vigor. No exis- tía sino un poder dictatorial, duro, implacable que encarnaban Azaña y Casares Quiroga. De aquí la conclusión ineludible:
La República española conduce fatalmente a un régimen soviético, ya que poco a poco van desapareciendo todos los resortes de disciplina, orden y trabajo que existieron en España. Con ello se abren paso la desesperación de unos y la audacia de los extremistas, deseosos de crear un Estado anarco-sindicalista en el Occidente de Europa. Así se verá la realización del plan de Trotsky, cuyas instrucciones a los revolucionarios españoles dadas desde Privkip (Turquía) el 31 de enero de 1931 se cumplen a rajatabla. Europa se encontrará así entre dos fuegos: uno en Oriente y otro en Occidente. Este último se hallaría entre las manos de Bela Kun, el antiguo dictador rojo de Hungría, y de Casanellas, el ase- sino de Dato, presidente del Gobierno y aviador en los ejércitos rusos. Ambos desarrollan gran actividad en España.
Con el piadoso deseo de dar a conocer al público todo lo anterior, que decían era absolutamente exacto, el grupo de amigos de España cumplía su deber con la opinión mundial y su obligación de veracidad y civismo.
El contexto cercano
En la Francia de 1932 había posibilidades de pasar tal mensaje. La prensa en general había recibido con escaso entusiasmo el advenimiento de la República. Tanto a la derecha como a la izquierda. Los periodistas galos no tenían, por lo general, un buen conocimiento de los asuntos españoles y los aspectos negativos tales como algaradas, huelgas y una escena política en
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