Page 227 - Azaña: Intelectual y estadista | eBook
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chaba la ocasión, por la vía de una supuesta carta que había llegado a su poder, para denunciar la falta de respeto a la ley, la conculcación de los derechos de propiedad, la proliferación de medidas arbitrarias, para con- cluir que “España vive en plena tiranía soviética”. Lo único que se aproxi- maba a la realidad era el número de deportados que, según se dijo, ascendía a 138, bastantes más que en el opúsculo. En cualquier caso, en el editorial, Azaña era calificado de dictador y la República, de “roja”.
Es difícil, hoy, establecer si el opúsculo se distribuyó en París antes o des- pués del viaje de Herriot. Lo único que sabemos es que el encargado de Negocios de la embajada española, José María de Aguinaga, informó de que le había llegado la noticia de su publicación y que inmediatamente había hecho las gestiones oportunas a fin de procurarse un ejemplar. Lo hizo un despacho fechado el 24 de noviembre bajo el título “Da cuenta publicación libelo titulado ‘La situation actuelle en Espagne’”. El libelo no se vendía en librerías y estaba destinado a su remisión gratuita con fines de propaganda antirrepublicana.
Aguinaga informó: “El folleto, como podrá servirse ver V.E., está concebi- do en términos de violencia contra la obra de la República y llega a sostener se emplean verdaderas torturas a fin de arrancar declaraciones a los proce- sados o detenidos”.
El encargado de Negocios, lógicamente, trató de enterarse de cuál fuera la fuente, y por las noticias que le habían llegado pensaba que se trataba de algún redactor de la Action Française, que se había valido de los datos que le habían sido suministrados, con toda seguridad, por los elementos mo- nárquicos en París. Añadió:
Esta es una nueva prueba del propósito de sus autores de influenciar por todos los medios esta opinión pública sin que les detenga en la prose- cución de ese propósito la posibilidad de que a esa campaña se conteste con otra que la desvirtúe, originándose una polémica sobre asuntos españoles dentro de esta nación. Se hizo ya ver en ocasión anterior oficiosamente a algunos medios oficiales el peligro que ello entrañaba, lo que estimo debe llevar a su convencimiento el que los elementos a que aludo no reparan en medio alguno de denostar y calumniar el régi- men que legalmente se dio España.
Algo más tarde, el 28 de noviembre de 1932, señaló:
Me permito confirmar por mi parte la tendencia que se advierte en estos medios monárquicos de tratar de influir en la opinión pública francesa en contra del régimen, lo que a decir verdad no lo consiguen por no haber encontrado ayudas sino en los sectores más extremos de la derecha.
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