Page 302 - Azaña: Intelectual y estadista | eBook
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4 Marcos Villalón, Emilio, op. cit.
bos recelan del dictador, recibido, si no con aplauso, con alguna esperanza por cierta intelectualidad española. Convienen, uno y otro, en reivindicar las libertades conquistadas por el liberalismo, imprescindibles para un modo moderno de hacer política. No fueron ellas las culpables del estado de cosas en la España de 1923, sino su incumplimiento y su perversión. Y ambos son defensores acérrimos de la libertad de expresión.
Proclamada la República y encumbrado Azaña a altos cargos y destinos públicos, no dudamos que debió gustarle la defensa que el caricaturista hace de ella. Porque Bagaría daba expresión gráfica y artística al discurso político de la conjunción republicano-socialista. Y si estas fuerzas señalaban al pueblo español como verdadero actor del nuevo régimen, los dibujos del caricaturista no afirmaban otra cosa. Incansable en su labor de la unión de las fuerzas antimonárquicas, aporta el cartel de propaganda de la conjun- ción, que, aunque retirado por la autoridad, apareció en el Heraldo de Ma- drid (8 de abril de 1931) y también en La Libertad (9 de abril de 1931), en el que, naturalmente, aparece Azaña.
Durante estos primeros meses republicanos, el dibujante y el político están de acuerdo en las formas que debía tomar el nuevo régimen, para ser “nuevo” de verdad.
Para el antiguo caricaturista de El Sol, como para Manuel Azaña, la República solo podía ser tal, o tenerse por tal, si suponía una verdadera ruptura con el Estado de la Restauración. Esta ruptura implicaba, por fuerza, que el nuevo régimen asumiese un contenido y una orientación izquierdista, porque de no ser así no significaría cambio alguno con lo precedente; sería una suerte de Restauración sin rey.
Por ello, cada vez que se avecina un debate parlamentario, Bagaría apoya desde su tribuna la política de reformas emprendida, primero, por el Go- bierno Provisional y, después, y con mayor energía y lucidez, por el Gobier- no Azaña. Así, apoya al político en la áspera cuestión religiosa y celebra su subida a la presidencia del Gobierno. Para el dibujante, Azaña es el único que podía mantener unidos a republicanos y socialistas.
Hay que decir, con toda rotundidad, que Bagaría estuvo con Azaña y su obra reformadora. Apoyó las medidas contra los militares que, retirados, seguían metiéndose en política (caricaturas de 11 de marzo de 1931 y 2 de marzo de 1932, en Crisol). Le apoya en la defensa del Estatuto de Cataluña (26 de mayo de 1932). “Azaña ha conquistado a Bagaría. En el ministro de la Guerra, ve al gobernante que sabe defender al régimen en las situaciones más comprometidas. En su auxilio ‘le presta su lápiz’”4. Quizá uno de los proyectos reformistas que más atrajeron su atención fue el cultural. Sembrar de escuelas la geografía nacional contó siempre con su siempre efectiva colaboración.
luis bagaría, republicano y caricaturista de azaña 301



























































































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