Page 66 - Azaña: Intelectual y estadista | eBook
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Anónimo
Descubrimiento en el Ateneo
de una lápida en honor de
Juan Miguel de los Ríos
Fotografía, Madrid,
12 de noviembre de 1913
Ministerio de Cultura y Deporte. Archivo General de la Administración, Fondo de Medios de Comunicación Social del Estado. 33-03488-00025-001
MANUEL AZAÑA DEJÓ DE SER PRESIDENTE DEL ATENEO DE
Madrid el 30 de mayo de 1932, al finalizar el mandato para el que había sido elegido dos años atrás. Puede afirmarse que el jefe de Gobierno y mi- nistro de la Guerra se encontraba entonces en los mejores momentos de su vida política, tras haber protagonizado las grandes reformas del primer bienio republicano, como la articulación de la estructura del Estado, con una democracia de partidos, el parlamento como eje y centro de la política, una Constitución en la que estaban recogidas las autonomías regionales; la separación Iglesia-Estado, con el artículo 26 de la Constitución y un pro- ceso de secularización en marcha, que acababa con siglos de hegemonía, en la educación y la cultura, de la Iglesia católica, lo que conllevaba el viejo anhelo del republicanismo español: la conquista por parte de la fuerzas laicas de la hegemonía ideológica, el efectivo acceso a la educación de las clases populares, con la construcción de cerca de diez mil escuelas en apenas un año, la conversión del ejército en un instrumento moderno, reducido a sus necesidades, sometido al poder civil, de un Estado que había renuncia- do a la guerra constitucionalmente. Aún resonaban los ecos de los grandes discursos parlamentarios del ministro de la Guerra en los debates de las Constituyentes, y en los meses siguientes se iban a debatir leyes importan- tes modernizadoras y de justicia social, como el Estatuto de Cataluña o la Reforma Agraria.
A pesar de la sobrecarga que le había supuesto compatibilizar este cargo con el de ministro de la Guerra desde el 14 de abril del año anterior, y poste- riormente también con la jefatura del Gobierno, quiso agotar el tiempo para el que había sido elegido para dar estabilidad a la entidad, tras los azarosos años de la dictadura de Primo de Rivera y los gobiernos de la
MANUEL AZAÑA
Y EL ATENEO DE MADRID, UNA RELACIÓN AGRIDULCE
Isabelo Herreros
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