Page 63 - Nada temas, dice ella
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indomable ironía teresiana, porque ¿cómo no vamos a asombrarnos al descubrir que parece haber sido una excelente jugadora de ajedrez? En
una página no conservada de Camino de perfección, Teresa aconseja a sus hermanas que jueguen al ajedrez en los monasterios, a pesar de que ello no esté permitido por la regla, ¡para «ha cer jaque mate al Señor»! Una imperti nencia que resuena con la célebre frase del Maestro Eckhart: «Pido a Dios que me libre de Dios». La segunda conse cuencia está formulada por Leibniz,
el cual, en una carta escrita a André Morell el 10 de diciembre de 1696, escribe: «Y en cuanto a santa Teresa, tiene usted razón al apreciar sus obras; en ellas encontré ese hermoso pensa miento acerca de que el alma tiene que concebir las cosas como si en el mundo tan solo estuvieran Dios y ella. Ello aporta una reflexión considerable en filosofía, la cual he utilizado útilmen te en una de mis hipótesis». ¿Teresa inspiradora de las mónadas leibnizia nas que contienen el infinito? ¿Teresa precursora del cálculo infinitesimal?
Naturalmente, la otra cara de una pasión tan sublime, sublime en riesgos, sublime en goces y sublime en lucidez, es el sufrimiento soportado e impues to, el «sadomasoquismo», tal como dirían los modernos, utilizando una palabrota. Nosotros, los modernos, pretendemos haberlo dejado atrás. Pero ¿estamos completamente seguros de ello? ¿Y a qué precio?
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