Page 366 - El rostro de las letras
P. 366

TIEMPOS NUEVOS 349
dulgentes con aquel hombre prematuramente envejecido, olvidando que sin su obra no podría entenderse la careada imagen de aquella España fúnebre y casposa, de inquisidores macabros, obispos cazu- rros y señoritos perdularios y espadones de opereta.
Gutiérrez Solana militó en los dos frentes, el de los retratistas y el de los retratados. A él debemos el célebre lienzo de la tertulia de Pombo (1920), el más popular de los retratos colectivos de escritores espa- ñoles, junto al realizado de un grupo de sus próximos por Ignacio Zu- loaga, que vienen a sumarse a otros fotográficos realizados durante el siglo XIX y en el primer tercio del siglo XX. La obra de Zuloaga, titulada “Mis amigos”, la inició en 1920 y la fue puliendo hasta 1945, dejándola supuestamente inconclusa. En ella se representa el pintor a sí mismo en velazqueña pose ante el Apocalipsis de El Greco, junto a Eugenio d´Ors, Ortega y Gasset, Valle-Inclán, Gregorio Marañón, Pío Baroja, Blasco Ibáñez, el torero Juan Belmonte, José María de Cossío, Azorín, Pérez de Ayala y Manuel de Falla. La tertulia del café de Pombo la realizó Solana sin las ínfulas zuloaguescas. En ella aparece Gómez de la Serna en la actitud de tribuno que tanto le gustaba, pastoreando a su tropa de acólitos –Manuel Abril, Mauricio Bacarisse, Bartolozzi, José Bergamín, Tomás Borrás, Alcaide de Zafra–, ante la mirada ceñu- da de una pareja galdosiana que se refleja en el cinematográfico espejo de la pared de enfrente. Durante años, el cuadro se colocó en el exiguo espacio de la tertulia, sobre el velador de mármol que ocupaba su fun- dador, como frontispicio inmortal e inmortalizador de aquel cónclave cafetero y aguardentoso, tal como nos muestra la célebre fotografía de Alfonso, otra estampa canónica de la sabatina reunión.
La iconografía de los literatos no estaría completa sin el trabajo de los artistas. Sólo de Gregorio Marañón se conocen más de una vein- tena de cuadros y esculturas de Mariano Benlliure, Zuloaga, Joaquín Sorolla, Vázquez Díaz, López Mezquita, Julio Antonio, Victorio Macho y Pablo Serrano. La serie de retratos de escritores de Joaquín Sorolla fue, quizás, la más copiosa, desde los que realizó de Galdós (1894), Blasco Ibáñez (1906), Juan Ramón Jiménez (1903), Eche- garay (1905 y 1910) y Ramón y Cajal (1906), hasta los que hizo por encargo de la Hispanic Society de Nueva York, de Pío Baroja (1914), Azorín (1917), Jacinto Benavente (1917), Ortega (1918), Marañón (1920), Unamuno (1920) y Pérez de Ayala (1920), que tan poco le apreciaban, sobre todo Baroja. Con todo, la serie de Juan de Eche-
Gutiérrez Solana con sus aparejos de pintor. Hacia 1935 (MEDC, AGA, Fondo MCSE)
  JoséSolana ElpobreSolanaera uno de los hombres más brutos que yo he conocido; últimamente, parecía un cura de pueblo, gordo y seboso. Pero era bastante cuco para llevar sus asuntos de pintor.
CARMEN BAROJA




























































































   364   365   366   367   368