Page 31 - 100 años en femenino
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que contemplaba horizontes públicos profesionales impul- sados tanto por entidades femeninas como por instituciones políticas como la Mancomunidad de Cataluña. Al formular un lenguaje basado en los derechos de las mujeres, las cata- lanas de la élite social impugnaron algunos de los patrones sociales tradicionales que las relegaban a la casa. La mejora de su educación y formación profesional, el derecho al traba- jo asalariado y la dignificación de las diferentes actividades laborales de las mujeres tanto en el ámbito doméstico como en el mercado de trabajo fueron banderas de su lucha. Llama la atención que, antes de las políticas públicas de promo- ción profesional femenina impulsadas a partir de 1914 por la Mancomunidad, estas feministas habían puesto en marcha instituciones e iniciativas pioneras. Crearon varios espacios educativos femeninos de gran magnitud y éxito social que transformaron la actividad profesional y consiguieron la imparable presencia pública de las mujeres.
El Instituto de Cultura y Biblioteca Popular de la Mujer (icbpd), fundado en 1909 por Francesca Bonnemaison, fue capital en esta promoción educativa y profesional de las jóve- nes catalanas. Es revelador que una institución de tal enver- gadura fuera una iniciativa femenina, dirigida y gestionada por mujeres, aunque obtuvo el apoyo de sectores sociales muy poderosos como la jerarquía eclesiástica y los prohom- bres de la burguesía catalana. Entre 1909 y 1936 impartía una docencia científica, moderna y de gran calidad a las nume- rosas alumnas, muchas dotadas de becas si no disponían de recursos económicos. Para comprender la magnitud de la tarea formadora, hay que recordar el volumen de alumnado y de asociadas que tenía. Empezó con 320 socias y llegó al número máximo anual de 8 050 en el año 1930. La entidad fue pionera en preparar a las mujeres para el trabajo asalaria- do planteado como alternativa laboral admisible en el caso de la mujer soltera y llegó a transformar las expectativas pro- fesionales de las alumnas. Su éxito es evidente en la coloca- ción ocupacional de jóvenes profesionales, con la inserción de unas 13 000 mujeres en el mercado laboral entre 1911 y 1929 en calidad de empleadas de oficina y otras ocupaciones.8
Hasta la Segunda República, las iniciativas en el campo edu- cativo y de formación profesional se limitaron al grado de profesional medio, bibliotecaria, enfermera u oficinista.9 Per- vivía una gran resistencia hacia la presencia de las mujeres en la universidad y el monopolio masculino de la educación
32—Mary Nash Las mujeres en el último siglo