Page 34 - 100 años en femenino
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mos de discriminación femenina como la apertura de nuevos espacios políticos, sociales, culturales, laborales y personales para el conjunto de las mujeres. Así, el acceso a la educación, al mundo de la cultura, al trabajo remunerado, a un estatus social reconocido y a la dignidad configuraban las demandas feministas. La prioridad de la agenda feminista en torno a los derechos sociales se debe entender en el contexto de la cul- tura política del país, ya que el desarrollo político español no fue propicio para la realización de un feminismo liberal de signo político sufragista. Como señaló en 1899 Adolfo Posa- da, reformador educativo y máximo defensor masculino en España del feminismo, «conceder el voto a la mujer, aun para las elecciones locales, está tan distante de la opinión domi- nante sobre la capacidad política de la mujer, que no es en España ni cuestión siquiera».12 Efectivamente, la conquis- ta de derechos educativos y sociales formaba los itinerarios emancipatorios de la mujer de principios del siglo xx. Tenía un gran arraigo inicial un feminismo social fundamentado en la diferencia de género en la línea de algunas corrientes maternalistas del movimiento francés. Así, el feminismo católico redentorista tenía una amplia legitimación social y sus demandas se centraban en aspectos sociales y civiles. Sus objetivos eran el acceso a la educación y al trabajo remunera- do como demandas principales.
En la década de los veinte nació un feminismo más igualita- rio y sufragista. Creada en 1918, la Asociación Nacional de Mujeres Españolas (anme) fue una de las máximas expresio- nes de la corriente feminista autónoma. Si bien al inicio representaba el feminismo social y maternalista, en los años veinte, bajo el liderazgo de Benita Asas, asumió la defensa del sufragio y de la igualdad. Promovida por mujeres proceden- tes del progresismo liberal y del reformismo católico, tuvo una actitud crítica respecto al tradicionalismo católico. Su programa exigía la revisión de las leyes discriminatorias en el ámbito familiar y el ejercicio de nuevas profesiones en la sanidad, en la inspección de policía y en el comercio. En todo caso, partía de la aceptación de roles diferenciales de género en el mercado laboral y mantenía la idea de trabajos especí- ficamente femeninos. Fue una de las primeras voces en reclamar el acceso femenino a los cargos públicos, aunque con restricciones, ya que debían limitarse a aquellos donde se podía proceder a la defensa de los intereses morales y
11—Mary Nash, Trabajadoras, op. cit.
12—Adolfo Posada, Feminismo, Madrid, Librería de Fernando Fé, 1899, pág. 221.
35—Mary Nash Las mujeres en el último siglo