Page 36 - Anuario AC/E de cultura digital 2017
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especialmente a Internet, escuchamos más mú- sica que nunca y los autores tienen más fácil hacer llegar sus contenidos, sin intermediarios, a un público deseoso de consumir nuevas experiencias.
El acceso a la música reemplaza cada día
mucho más a la propiedad de la misma: los consumidores tendrán acceso a su música en cualquier momento, en cualquier lugar y, sobre todo, desde cualquier dispositivo. La distribución de música solo en soporte físico va camino de convertirse en un hándicap o en un elemento más para coleccionistas.
Hace un tiempo descubrí a George Yúdice y su libro Nuevas tecnologías, música y experiencia, sin duda uno de los mejores que he leído a la hora de comprender el impacto que ha causado la tecnología en el comportamiento de la gente respecto a su consumo de música:
Una de las consecuencias de las innovaciones tecnológicas es la creciente ubicuidad de la música: pocos son los espacios donde no está presente. Hoy, más que nunca, la música nos acompaña en todo momento y conforma nuestras experiencias. MP3, iPod, teléfonos móviles... son dispositivos protéticos que proyectan y contornan el espacio personal del sujeto, permitiéndole llevar su propia «banda sonora» y haciendo del sujeto que los porta un nuevo tipo de flâneur, que no solo mira las mercancías en los escaparates de la ciudad,
sino que lleva su propio repertorio sonoro consigo (servicios como Spotify).
El que los usuarios de iPod habiten una especie de universo propio consigo mismos y su «banda sonora» no quiere decir que no formen parte de redes de socialización vinculadas a la música.
Para Yúdice, las mismas tecnologías que posi- bilitan este tipo de experiencia privada hacen posibles nuevas formas de interactividad, de fortalecer los lazos de afiliación y sociabilidad, que conforman un nuevo tipo de experiencia colectiva.
Fenómenos como YouTube son las muestras más visibles de esa dimensión social en un momento,
el actual, en el que se produce, consume, co- menta y comparte más música que nunca.
Las nuevas tecnologías han cambiado la manera en que la música incide en la organización social y de la experiencia; desde los blogs hasta los chats pasando por los portales y los sitios de socialización, esos nuevos espacios de «música paralela» son lugares de encuentro que conectan y crean redes de individuos. Se sitúan además fuera del ámbito de las majors, lo que augura un cambio radical del modelo de negocio.
Hoy en día, las claves del consumo de música en digital han cambiado para siempre:
• Acceso vs. pertenencia: «De la música como producto a la música como servicio».
• Captura vs. colección: no queremos recopilarlo todo, sino descubrir, y acceder, a nuevas canciones de manera sencilla
en el momento en que las escuchamos, como prueba el éxito de aplicaciones como Shazam. La clave está en poder disfrutar de la máquina de discos infinita gracias al crecimiento de modelos de suscripción y servicios de Cloud Computing.
• Consolidación del negocio digital y del streaming.
• Sharing: además de la facilidad de acceder a la música, la gente quiere poder compartirla con sus amigos para potenciar la sociabi- lidad que nos dan los servicios de redes sociales. Así lo demuestran cifras como que más del 60% de los vídeos que se consumen en YouTube se descubren a través de reco- mendaciones de contactos en diferentes plataformas de servicios de redes sociales.
• Cambio en el acceso a la popularidad
con servicios como YouTube (¿os suenan
los #youtubers?) que han propiciado que jóvenes artistas como Pablo Alborán o Justin Bieber, entre otros muchos, se conviertan en grandes estrellas.
EL MERCADO DE LA MÚSICA EN DIGITAL · ROBERTO CARRERAS
Cultura inteligente: Análisis de tendencias digitales