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La decoración no tangible, especialmente
las instalaciones lumínicas y las proyec-
ciones, suelen tener un papel importante
en las atmósferas y los ambientes visuales
del evento. También son habituales las
instalaciones corporativas corpóreas a modo
de photocall, normalmente con el logotipo
del festival, así como grandes vallas corpo-
rativas o banners con la programación del
festival, donde normalmente visualizamos
también el elenco de patrocinadores y
colaboradores del festival.
El personal de seguridad y de control de ac-
cesos, el de limpieza y el que trabaja en los
puntos de venta de bebidas suponen buena
parte del personal externo contratado
durante los tres o cuatro días del evento
vitrina. Los siguen el personal de producción
y producción técnica, además del volunta-
riado cuando lo hay.
A continuación valoro y discuto los resultados
presentados.
Discusión
En este artículo, tras introducir el estado del arte
de los festivales contemporáneos en el debate
académico actual, he compartido tres conceptos
clave para abordar el estudio en el ámbito de
forma fundamentada. El concepto de festivali-
zación nos sirve para contextualizar la creciente
floración de eventos y festivales en nuestras ciu-
dades, especialmente en las últimas tres décadas.
También he expuesto el núcleo conceptual del
término festivalscape, que tradicionalmente hemos
usado en la comunidad académica para catego-
rizar ese conjunto de informaciones y estímulos
por el cual reconocemos un festival. Es decir, para
conceptualizar las formas y las dinámicas por las
que un determinado festival configura su iden-
tidad y su autenticidad, principalmente a partir
de la dimensión situada y material del festival
entendido como evento. Por último, el concepto
evento vitrina, resultado de mi investigación
doctoral, propone un enfoque a partir de dos nive-
les conceptuales que obliga no solo a interpretar
los EMDAF como eventos o desde una mirada
cortoplacista, sino a incluir en la dimensión del
festivalscape la vida comunicativa, organizativa e
institucional que los festivales practican durante
todo el año, es decir, como organizaciones dedica-
das a la producción cultural.
El concepto de festivalización nos sirve para
contextualizar la creciente f loración de
eventos y festivales en nuestras ciudades,
especialmente en las últimas tres décadas.
Los festivales de música electrónica y artes
digitales, como la mayoría de los festivales
contemporáneos, necesitan financiación, recur-
sos materiales y humanos, valores, conceptos
e ideas. Necesitan construir una identidad y
una marca que los lleve a ser reconocidos como
festivales artísticos, diferenciándolos de otros
formatos culturales como exposiciones, actua-
ciones, fiestas, simposios, ferias, etc. Comienzan
a hacerse visibles y relevantes cultural y artística-
mente —y por tanto socialmente— a partir de su
estructura organizativa e institucional (Santoro,
2008). Aunque en este artículo me he focalizado
principalmente en los aspectos situados, mate-
riales y estéticos de los EMDAF entendidos prin-
cipalmente como eventos vitrina, en la primera
sección de los resultados he señalado una carac-
terística fundamental que nos obliga a expandir
la noción de festivalscape, abordar los festivales
desde una perspectiva más organizativa y enten-
derlos como entidades activas durante el resto
del año. Debido a su naturaleza independiente,
despliegan un importante ejercicio comunicativo
a lo largo de todo el año, desarrollando prácticas
avanzadas de márketing para vender entradas
con éxito y de forma anticipada. Además, cul-
tivan una vida institucional muy activa, tanto
con entidades gubernamentales y públicas
como con una tupida red de colaboradores y
empresas privadas. Por lo tanto, el estudio de
los EMDAF desde un enfoque organizativo e
institucional, desde una perspectiva dinámica y
relacional, resulta fundamental.
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