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convertirse en una colaboración activa que está
redefiniendo fundamentalmente cómo se crea
y produce contenido creativo. Esta transforma-
ción va mucho más allá de la mera adopción
de nuevas herramientas: representa un cambio
fundamental en cómo entendemos y ejecutamos
estos procesos.
En Freepik, esta evolución se ha manifestado de
manera particularmente reveladora. La transición
de nuestros diseñadores e ilustradores hacia
roles de AI artists ejemplifica como los perfiles
tradicionalmente artísticos están asumiendo
una dimensión tecnológica sin perder su esen-
cia creativa. Lo fascinante de este proceso ha
sido observar como, de un escepticismo inicial
—entendible—, estos profesionales pasaron a
convertirse en «AI Artists» y «Digital Artists», un
nuevo tipo de perfil que fusiona la sensibilidad
artística con un profundo entendimiento de las
posibilidades y límites no solo de las herramien-
tas más vanguardistas de IA generativa, sino
especialmente de las de Freepik. Convertirnos
en los mayores expertos en la tecnología y en
nuestras herramientas es la clave para liderar los
nuevos procesos.
Lo que hace este cambio particularmente sig-
nificativo es que no se trata solo de una mejora
en eficiencia. Cuando estos perfiles creativos
abrazan las herramientas de IA, el resultado va
más allá de la simple automatización. Pero el
propio hecho de contemplar la automatización
de partes de los flujos, algo antes más ajeno
al ámbito creativo (no experimental), también
es un proceso más a interiorizar. Como hemos
visto en Freepik, los diseñadores mantienen su
esencia creativa y su capacidad de conceptuali-
zación visual, pero ahora enriquecen su trabajo
incorporando un profundo entendimiento de las
herramientas de IA generativa, de qué las hace
ser lo que son, de sus tiempos y sus entresijos, de
sus fortalezas y sus debilidades. Esta evolución
no reemplaza las habilidades fundamentales;
más bien añade una nueva capa de competencias
que permite a estos profesionales amplificar su
impacto creativo y técnico.
El impacto de esta transformación se extiende
más allá de los departamentos creativos. Los
desarrolladores también están experimentando
cambios significativos en su forma de trabajar,
ahora acompañados por herramientas como
Copilot que agilizan su trabajo diario y les permi-
ten centrarse en resolver problemas más com-
plejos. Esta convergencia entre perfiles técnicos
y creativos está creando un nuevo paradigma
donde la tecnología debe desarrollarse pensando
en las necesidades específicas de usuarios con
backgrounds artísticos y creativos, lo que repre-
senta un desafío significativo para la industria
tecnológica.
Imagen: Freepik.
El acceso a herramientas creativas está cam-
biando por completo el mapa de quién puede
crear. En mi entorno de trabajo, vemos cada vez
más usuarios sin formación técnica en diseño
que, gracias a la inteligencia artificial generativa,
pueden producir contenido visual con acabados
profesionales. Este cambio no solo amplía quién
entra en el proceso creativo, sino también las
formas en las que ese proceso ocurre.
La personalización ha alcanzado niveles sin
precedentes. Un ejemplo notable es como The
Cocktail, consultora de diseño española, ha de-
sarrollado GLIA, un motor de aceleración basado
en IA que combina diferentes herramientas de
Nvidia, Open AI y Microsoft Azure. Este sistema
permite a los equipos creativos no solo automa-
tizar tareas repetitivas, sino también explorar
múltiples direcciones creativas simultáneamente,
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