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Por supuesto, esto no debe hacer perder de vista
otra cuestión fundamental. Si la cultura va a
servir como palanca para apuntalar la estrategia
en sostenibilidad, también se deberían solventar
sus propios problemas. Ser conscientes de esta
realidad importa, porque ayuda a comprender
el contexto en el que convergen la cultura y la
Agenda 2030. La paradoja de la cultura y de la
creatividad es que, según datos de la Unesco,
suponen el 3,1 % del producto interior bruto y
el 6,2 % del empleo en el mundo, pero al mismo
tiempo la economía creativa es uno de los
sectores más vulnerables y que suele quedarse
fuera de las grandes inversiones tanto públicas
como privadas.
La cultura aglutina elementos y tiene un papel transversal
en la Agenda 2030. Imagen: Shubham Dhage/Unsplash.
Las ayudas públicas a la cultura son, en ocasio-
nes, criticadas por la opinión pública, algo que
no ocurre con las inversiones en otras áreas.
Además, en tiempos de recortes y austeridad, la
cultura y la creatividad suelen ser de los primeros
daños colaterales. Las sucesivas crisis econó-
micas con las que ha empezado el siglo xxi han
pasado una dura factura a los sectores culturales
y creativos globales. Según datos de la Unesco,
la inversión pública global en cultura ha caído en
la última década y el sector fue uno de los más
perjudicados por la pandemia, que provocó la
pérdida de diez millones de puestos de trabajo
culturales y un retroceso de al menos el 10 %5
en los ingresos de las personas creadoras. En
España, y según las conclusiones6 del reciente
Observatorio de la cultura 2024, el sector prevé
este año una cifra de crecimiento del 1,59 %. De
entrada, parece un número ligeramente positivo,
puesto que no deja de suponer una ligera alza,
pero aun así está por debajo de la inflación.
Los datos fueron todavía peores en el histórico
reciente. En la pandemia decreció en un 34,5 % y
en la Gran Recesión un 21,3 %.
Según datos de la Unesco, la inversión
pública global en cultura ha caído en la
última década y el sector fue uno de los más
perjudicados por la pandemia.
Una mayor dificultad en el acceso a la financia-
ción es uno de los principales retos de la cultura
en la actualidad. El otro es la diversidad de
fuentes creadoras. O, mejor dicho, el riesgo de
que sean cada vez menos diversas. De hecho, el
impacto negativo de las cuestiones económicas
podría acentuar la brecha social sobre quién
puede producir cultura y quién no. Algunos
estudios sobre el mundo del libro ya advierten de
que existe un muro infranqueable que bloquea
el acceso a la industria editorial a la clase obrera.
Una investigación7 de The Bookseller sobre la
industria británica concluye que la centralización
del sector en Londres, con sus elevados costes
de vida, limita la posibilidad de arrancar una ca-
rrera como becario o becaria a quien no cuenta
con el respaldo financiero familiar. Igualmente,
5 Datos de 2022.
6 https://www.lafabrica.com/
fundacion-contemporanea/
observatorio-de-la-cultura/
7 https://www.thebookseller.com/spotlight/
booksellers-working-class-survey-three-years-on
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