Page 107 - Barbieri. Música, fuego y diamantes
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PLUMAS Y PAPELES: ASPECTOS DE LA COLABORACIÓN ENTRE BARBIERI Y SUS LIBRETISTAS
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 estremecedor, los guardias, los estudiantes, cuyas jotas son memorables, y por supuesto los manolos o los majos. Para medir la importancia de su papel, recordemos estas líneas de Pan y toros: «España ha de ser libre, /libre Castilla, mientras hay en España/manolería». El tono del libreto es grave, y el tema es de enjundia. Evocando acontecimientos similares, Benito Pérez Galdós, sea en La Corte de Carlos iv, de 1873, sea en Los duendes de la camarilla, de 1903, propondrá también su visión de un pasado reflejado en el presente. Por esta misma razón, Pan y toros fue objeto de la censura en 1867, temiendo Isabel II el riesgo de una sublevación popular análoga a la del libreto.
Pan y toros no es el único caso de censura en el
repertorio de la zarzuela decimonónica. En las obras
de Barbieri, el caso de Revista de un muerto, juicio
del año 1866, puede ser citado pero quizás el ejemplo
de El diablo en el poder, estrenada en 1856, sea más
elocuente. Cuenta el propio Barbieri que el libretista de
la obra, Francisco Camprodón, era íntimo del exminis-
tro Leopoldo O’Donnell. Había compuesto el libreto
y dado a leerlo a Espartero cuando este aún presidía el
Consejo de Ministros. A pesar de estas circunstancias,
es decir que el proyecto de Camprodón no era reflejar
voluntariamente los episodios de la actualidad política
(la acción está basada en el reinado de Felipe V), reconoce Barbieri que «algunas de las muchas alusiones políticas que tiene El diablo en el poder eran tan adecuadas a cuanto ocurría en la época de su representación» que se llegó a censurar un coro, llamado «coro de la crisis» que divertía mucho el público noche tras noche hasta irritar a varios miembros de la clase política.
La dimensión satírica, aquí involuntaria, no deja de ocupar un lugar importante en los libretos de zarzuela, alcanzando a veces un carácter político, eco de las propias convicciones de Barbieri. Transcribe sus impresiones acerca de la reacción para él ines- perada del Ministerio: «¡Admira en verdad que el Gobierno Supremo de una Nación se pare en tales pequeñeces! ¡Yo en vista de ellas no extraño que tuvieran que dejar el mando unos hombres que daban semejantes pruebas de debilidad!»11. Cuando escribe a su amigo Bofarull cuánto desprecia a ciertas personalidades políticas, recordamos las palabras del capitán Peñaranda condenando «una estúpida nobleza, / una corte relajada / y una camarilla abyecta». En otra carta califica el Palacio Real de «almacén de vagos intrigantes y de malversadores del tesoro real»12, asociándose a la causa de los héroes de Los diamantes de la corona, de El diablo en el poder, Pan y toros y El barberillo de Lavapiés. Una vez más, Barbieri encuentra alguna consolación en la amistad, erguida en el «mejor paliativo de los males que pesan sobre nuestra desventurada patria».
Fotografía de José Picón, ca. 1870. BNE [cat. 102].
11
Francisco Asenjo Barbieri: Memorias de la Zarzuela o noticias acerca de las obras líricas estrenadas en Madrid en el s. XIX. BNE MSS/14078.
12
Cartas citadas en Emilio Casares:
Francisco Asenjo Barbieri 1. El hom- bre..., p. 345.












































































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