Page 36 - Barbieri. Música, fuego y diamantes
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de su colega Camprodón. En esa misma línea estarían su especial amistad ya co- mentada con Emilio Castelar. El ministro firma sus cartas a Barbieri con expresio- nes como: «Ya sabe que le quiere y admira muy de veras...», y le señala que le votará para su entrada en la Real Academia Española: «No quiero que se presente Vd. sino para vencer». La correspondencia con Cánovas del Castillo es también bastante abun- dante; ambos se prestan y regalan libros y sobre todo se relacionan por asuntos de la Academia de San Fernando. Barbieri se carteó también con Serrano, Mateo Sagasta o con Narváez, quien ocupó en muchas ocasiones el proscenio platea propiedad de Barbieri en el Teatro de la Zarzuela.
Dentro de este círculo se pueden considerar también sus relaciones con la clase aristocrática y noble de España. Las razones son variadas. Barbieri se coloca en un lugar privilegiado socialmente y a él se acercan cuantos aristócratas tenían afi- ciones musicales o teatrales. En otros casos es él quien se dirige a ellos, bien bus- cando un mecenazgo, especialmente al comienzo de su carrera, bien debido a sus investigaciones musicológicas. Ambos motivos le llevan a acercarse a los duques de Osuna, a los que dedica nada menos que Tramoya, su primer gran triunfo zar- zuelístico, Jugar con fuego y la tirana Las castañeras picadas. Dentro de la am- plia nómina de nobles con los que se relaciona destacan los duques de Medinaceli y los de Alba, con los que mantiene unas amistosas relaciones, los marqueses de Castellanos de Salamanca, a los que dedica una de sus primeras obras, Himno a la música, y una poesía, los de Alta Villa, Camposagrado, de la Solana, Fronteira, Cubas, Portugalete, Velmar, Gauna, Jerez y finalmente los condes de Vétera, Ca- barrús, Foresta, Xiquena, La Vega y San Luis, que como ministro tomó importan- tes decisiones sobre la vida teatral española.
Dejamos para el final un círculo especialmente querido por Barbieri. Nos referi- mos al de bibliófilos estudiado en este catálogo por el gran especialista José Carlos Gosálvez. Barbieri fue socio fundador de la Sociedad Española de Bibliófilos y el co- leccionista de obras musicales más importante de toda la historia española. Este interés por los libros unió a Barbieri con Pascual Gayangos, Juan Facundo Riaño, Bonifacio Riaño, José María Sbarbi, Eduardo Mariátegui, Blas Hernández, Bartolomé José Ga- llardo, Manuel Bofarull, Sebastián Soto de Posada, Juan Carreras, etc. El abundante epistolario con todos ellos es el mejor testimonio de esta amistad.
4 LAS ALMAS DE BARBIERI: EL COMPOSITOR, EL IDEÓLOGO, EL ACTIVISTA
Esta rica personalidad que hemos intentado presentar en páginas anteriores, se ex- presará a través de los tres perfiles a los que aludimos en este apartado.
En 1845 firma Barbieri su primera obra, el Himno a la música, y en ese mismo año aparece el ideólogo con la citada poesía que comienza: «¡Cuan triste es el nacer, cuan tormentoso...», todo un manifiesto en el que se habla con dureza del siglo en que vive dominado por «el negro manto de la ciega ignorancia», un siglo que «el cán- tico de guerra solo entona pretextando patrias libertades», y al que dedica un final