Page 57 - Barbieri. Música, fuego y diamantes
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FRANCISCO ASENJO BARBIERI. PENSANDO EN ESPAÑA
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en la mano, alentando el brasero musical español hasta convertirlo en una hoguera de entusiasmo», y realmente lo hizo. Algo similar sucedió con Barbieri, pero, y de ahí la excepcionalidad del personaje, lo hizo mientras dejaba para la historia una serie de obras musicales geniales.
No es este asunto baladí en una nación en total de- cadencia y con unas deficiencias de infraestructura que hacían casi imposible sacar nuestra música de la indi- gencia en que vivía. La actividad creativa no solo no impidió otros perfiles de Barbieri, sino que los activó comenzando a partir de los cuarenta una lucha sin cuar- tel a favor de nuestra música, en la que, es de justicia decirlo, fue acompañado de varios de los músicos de su generación ya citados.
Surge entonces el Barbieri organizador y gestor que lleva a cabo acciones que condujeron a la restauración de nuestra vida teatral, a la edificación del Teatro de la Zarzuela, al inicio de la vida sinfónica en Madrid, a mag- nificar la dirección de orquesta, a la defensa de derechos de autor, a la dura lucha para introducir la música en la Real Academia, a su implicación en la fundación de la Sociedad de Bibliófilos Españoles, etc.
Solo podemos dirigir una breve mirada a todos estos trabajos, ya aludidos a lo largo de nuestro ensayo y presentes en la exposición. Ocupan un lugar preferente sus iniciativas a través del asociacionismo de los cuarenta para fundar la Sociedad del Circo, acompañado de Gaztambide, Oudrid, Hernando y Inzenga y donde esta- lla la zarzuela con Jugar con fuego. De más transcendencia fue la inauguración de lo que fue ese auténtico templo de la lírica hispana que es el Teatro de la Zarzuela en el año 1856. Barbieri, junto con Gaztambide, el libretista Olona y el cantante Salas, construirán a su costa el nuevo teatro creando para ello la Sociedad del Teatro de la Zarzuela. Fue una respuesta al crecimiento del género pero también a un gobierno que solo ayudaba al Teatro Real.
Avanzada la década de 1850 Barbieri acudió en este caso acompañado de Gaz- tambide a arreglar «otro de los grandes traumas de nuestra música». España había vivido hasta los sesenta del xix al margen de la actividad concertística, mientras Eu- ropa construía salas de conciertos, creaba orquestas y, sobre todo, elevaba ese gran monumento de la humanidad que es la «sinfonía romántica». Barbieri, en compañía de Gaztambide y posteriormente Monasterio, se empeñará en cambiar la situación. En 1859, en el Teatro de la Zarzuela tuvieron lugar los primeros conciertos con un gran coro y orquesta. Se interpretaron obras de Haydn, Mozart, Beethoven, Men- delssohn, etc. Dieron unos grandes beneficios aunque los músicos se resistían ante la nueva música. Así lo narra Barbieri: «En prueba de esto diré que cuando en el año 1859 empecé a ensayar el Andante de la célebre Sinfonía en do menor de Beethoven,
Retrato de Emilio Castelar, de Bartolomé Maura, 1866. BNE [cat. 156].