Page 95 - Barbieri. Música, fuego y diamantes
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PLUMAS Y PAPELES: ASPECTOS DE LA COLABORACIÓN ENTRE BARBIERI Y SUS LIBRETISTAS
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En mi opinión, lo primero y principal en una ópera es la poesía, y a esta debe subordinarse todo. El mérito del compositor consiste en traducir y colocar en música, no solo el pensamiento del poeta sino también en hallar el mejor ritmo musical que corresponde al mejor ritmo poético de cada estrofa, de cada verso y hasta de cada palabra, según la expresión o el acento que reclame la obra, en fin que la poesía brille y campee con melodía propia y agradable, sin alterar un átomo de su ritmo prosódico ni de su acento expresivo, porque de no hacer eso desaparece la cadencia poética y la composición musical parece como si estuviera escrita sobre mala prosa4.
El fervor con el cual el músico defiende el respeto riguroso del texto en este artí- culo con valor de manifiesto es de notar. Naturalmente, Barbieri pone en práctica lo que predica como lo comprobamos al leer el juicio de Velaz de Medrano ya en 1857:
El distintivo del compositor Barbieri es la gracia particular que posee para interpretar por medio de la música los versos que el poeta le confía, así es que en el diálogo cantado conocemos muy pocos que rayen tan alto como el autor de Jugar con fuego. Los más finos detalles, el verdadero sentido de la letra, la expresión, en fin, de la palabra escrita, nada se le escapa»5.
Sin embargo, un fenómeno preocupa a muchos profesionales del mundo teatral de la época, incluyendo los críticos. Se trata de la importación y traducción masiva de obras francesas, algunas por ser famosas otras precisamente por no serlo. Pese a su deseo de ver triunfar en las tablas madrileñas obras originales, es decir obras escritas originalmente en español, a Barbieri como a los demás compositores, no les queda más remedio que aceptar poner en música libretos traducidos, «arreglados a la escena española» como indica la portada de muchos de ellos. Cabe observar que varias de sus zarzuelas más famosas proceden del repertorio francés, empezando por Jugar con fuego, estrenada en 1851 y considerada como un modelo del género. Ventura de la Vega, partiendo de un original francés, logró, según el testimonio de Temistocle Solera, otro libretista famoso por colaborar con Emilio Arrieta y Giuseppe Verdi, «sacar de tan pobre composición una obra tan bella como Jugar con fuego».
Ocurre lo mismo con una obra tan espléndida como Los diamantes de la corona, fruto de la colaboración en 1854 con Francisco Camprodón, inspirada en Les Dia- mants de la couronne de los franceses Eugène Scribe y Daniel-François-Esprit Auber. Conviene insistir en que todas estas obras de origen francés se han convertido, tanto desde el punto de vista del libreto como de la partitura, en zarzuelas perfectamente originales que, según la fórmula de Barbieri, llevan un «vestido musical cortado a la española». Promover un teatro lírico español es justamente lo que pretende esta generación de músicos y libretistas. Barbieri confía en el género de la zarzuela porque sigue llevando rasgos de la comedia del Siglo de Oro. De hecho, varias zarzuelas del repertorio son refundiciones de comedias de Lope de Vega o Moreto al cual Cristó- bal Oudrid y Agustín Azcona dedicaron una zarzuela en tres actos en 1854. En El
4
Francisco Asenjo Barbieri: «Carta a un joven compositor de música». El Imparcial, 18-2-1878, reproducido en Emilio Casares: Francisco Asenjo Barbieri. 2. Escritos..., pp. 373-375.
5
Velaz de Medrano: «Don Francisco Asenjo Barbieri», La Zarzuela, Año II, n. 67, 11 de mayo de 1857, p. 532.