Page 52 - El Capitán Trueno. Tras los pasos del héroe
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50 PATXI LANCEROS
Aun siendo importante desde muchos puntos de vista, el hecho de que los primeros contactos, inadvertidos, con episodios, situaciones o tramas de la gran literatura se pro- duzcan, o se hayan producido (era otra época), sobre las páginas de un cómic, no es lo fundamental. Al fin y al cabo, podría objetarse, muchas empresas editoriales trasladaron al universo del cómic obras señeras de la literatura universal: en ediciones, algunas de ellas, no exentas de calidad que todavía hoy se pueden recordar, o revisar, con provecho.
Lo importante es que la irrupción de esa gran literatura ordena el relato e impone ciertas lógicas de las que se benefician la estructura y la diégesis de la narración. Pues no se trata de un trabajo de adaptación, o de más lesiva y culpable apropiación (más o menos indebida). El héroe busca. Busca, es el caso del Capitán Tueno, la justicia (nombre excesivo de una exploración sin término y sin fin). El héroe, artefacto léxicográfico e iconográfico, busca en el territorio al que propiamente pertenece: que no es in-mediatamente el del mundo y el de la vida, o del mundo-de-la-vida, sino que es el del relato o el de la narración, el territorio del mythos. Busca y halla (si le favorece el hado) situaciones, tramas y argumentos, busca y halla
 El Capitán Trueno, 467, «¡Cazados!», 1965
figuras, explora búsquedas e indagaciones similares o disímiles y entra con (y en) ellas en complejas relaciones de difer(i)encia. Se mide y se prueba en el espacio-tiempo del mito, que es el espacio- tiempo del héroe. Porque la imperfección del mundo si- gue vigente, y sin fecha pre- visible de abolición, el relato puede proponer variaciones múltiples de esa exploración interminable. Y el héroe da
un paso, desde el presente escogido y en direcciones acaso intransitadas. Da el paso, pero siempre tras la huella. Tras y sobre el rastro de leyenda, al que propiamente pertenece. Y así, tanto el relato como el héroe (el uno por el otro y viceversa) prosiguen la búsque- da, sin completarla nunca. Se atenuará el sonido, e incluso el eco de los pasos; quedarán
–escritas, inscritas– las huellas.
Hay una historia (narrativa, legendaria o literaria) de la imperfección o de la falta. Hay
una historia, de la misma índole, de la penuria, del pecado, del delito, del exceso, del abu- so, de la muerte. Una: convocar a todos los relatos a la unidad no pretende ser un gesto despótico de apropiación. Sugiere que en el vasto continente de la letra hay lugar para la fecunda confrontación de toda suerte de narraciones. Historia: no tanto o no solo orde- nación cronológica como cuento sin cuenta, sin medida, de una aspiración que no cesa.
Que el Capitán Trueno y sus amigos (también, obviamente, sus enemigos; que son los nuestros) se enfrenten a la monstruosidad y a la desmesura en trabajos asimismo desmesurados (el calamar gigante o Kraken, que atraviesa el relato al menos desde las sagas islandesas hasta Julio Verne; o la gran ballena, que atraviesa océanos de texto hasta

























































































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