Page 53 - El Capitán Trueno. Tras los pasos del héroe
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RASTROS, HUELLAS, MARCAS... 51
recalar, es un decir, en la poderosa obra de Melville; el voraz Maelström, de resonancias míticas, que traducen algo de la Odisea [entre el Scila y Caribdis, entre el acantilado y el remolino: unos y otros, en peligroso plural, acosan una y otra vez a Trueno] y se pro- longan a través de la leyenda escandinava hasta estallar en Poe; a multitud de desiertos, lugares de éxodo...), que emprendan una búsqueda arriesgada en pos de una planta que si no garantiza la inmortalidad
al menos posterga la muer-
te (tras los pasos, como se
verá, del Poema de Gilga-
mesh), que visiten paisajes
de la desolación, mundos
olvidados y perdidos, e in-
cluso, como el ya citado
Ulises, la habitación de los
muertos, que acompañen a
pueblos sin recursos y casi
sin esperanza hasta más allá
del umbral de tierras acaso
prometidas, son argumen-
tos mayores; que el cómic
muestre y narre todas esas
hazañas (y muchas más) es
el expediente que certifica
la inserción del héroe en el
gran caudal del relato. Pero
esas visitas no se hacen sin
consecuencias: quien acepta
la lógica del mito está obligado a adoptar (y sin duda a adaptar) sus reglas. Si no es así, el resultado puede ser desastroso; o meramente trivial. Quien camina tras las huellas, tras las huellas de exploraciones literarias de tan enorme calado, ha de evitar el tropiezo o el traspié; ha de esquivar el pecado.
No se quiere afirmar aquí que toda la aventura de Trueno resuelva con igual eficacia el reto de la inserción en el continente de la gran literatura; no se afirma que, a lo largo de una docena de años (con importantes adendas y codas posteriores), los pasos tras las huellas se hayan dado sin tropiezo. Más bien lo contrario es cierto. Seguramente por la desigual pericia de los guionistas (y de los dibujantes), sin duda por el infernal ritmo de publicación, o por causas y motivos que desconocemos, muchos de los episodios producen encuentros frustrantes y frustrados. Cabe agradecer a la mirada y al análisis retrospectivos, cabe agradecer a la exposición demorada, que sea lícito preterir esos episodios sin lesión, o que sea lícita la (s)elección. Y, por otra parte, son la urdimbre y la trama de los logros las que pueden sostener, a modo de mero entre-tenimiento, los episodios deficientemente concebidos y, al menos, apresuradamente resueltos. Y los logros son muchos y notables. Indicamos un par de ejemplos.
 El Capitán Trueno, 205, «Maelstrom», 1960









































































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