Page 55 - El Capitán Trueno. Tras los pasos del héroe
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Los momentos de contac- to entre el caballero y el rey –ambos in-quietos, ambos en situación de exilio y éxo- do casi permanentes15– con- forman un logrado juego de contraposición y de composi- ción narrativas (en ocasiones también pictográficas), que moviliza recursos tanto del mito como de la literatura.
RASTROS, HUELLAS, MARCAS... 53
El Capitán Trueno, 41, «Saladino», 1957
El Capitán Trueno, 42, «El gran pacto», 1957
Segundo: una de las narraciones más antiguas que se conservan, la Epopeya de Gilgamesh, es, entre otras cosas, un canto de amistad, una exposición de «amor constante más allá de la muerte». Es, obviamente, un relato de caducidad, de fragilidad, de contingencia. Y, puesto que es también un canto de necesidad y destino (una fatodicea, acaso traumática), es un relato de fracaso, de fractura.
La búsqueda, a la vez esperanzada y desesperada, de la planta de la inmortalidad (que puede ser agua de cierto río en otros relatos: desde la más remota antigüedad hasta, por lo menos, Borges) es el eje de una composición de enorme densidad y rara belleza.
Algunos de los elementos de esa arcaica y soberbia pieza son introducidos, en dos ocasiones (acaso en tres), en el universo literario del Capitán Trueno. No se trata en este caso, obviamente, de inmortalidad: estamos en la España medieval; estamos a finales de la década de los cincuenta y principios de los sesenta del pasado siglo.
Pero se trata de vida y muerte. Se ha de buscar la planta, se ha de arrancar la flor para que la vida fluya de nuevo, para que la muerte sea, al menos momentáneamente, vencida.
15 Pocos fueron los meses que Ricardo pasó en su reino; casi se pueden contar, con los dedos de una mano, los días que Trueno pasó en su tierra: a la que, sin embargo, invocaba en cada acometida; a ella y a su Santo Patrón.