Page 54 - El Capitán Trueno. Tras los pasos del héroe
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PATXI LANCEROS
El Capitán Trueno, 4, «El fin de un traidor», 1956
Primero: se ha indicado que el primer encuentro del Capitán Trueno, el caballero que descubrió su vocación y su destino en una bibliote- ca y que guardó la debida reverencia a ese ámbito de revelación, se produce en Pa- lestina, y que el mayestático interlocutor, y contrincante, es Ricardo Corazón de León, el rey literario y moderada- mente literato. El episodio, que se puede aproximada-
mente fechar, quizá aspire (sin duda lo hace) a verosimilitud historiográfica. Sin embargo, sus prestaciones se producen en el ámbito del relato. El Ricardo de Trueno no es el Ricardo de la historia, es el de la leyenda, es el de la literatura. Es el de Walter Scott, que está edifi- cado sobre la planta de los viejos reyes legendarios, de los gobernantes justos injustamente castigados por el destino sin culpa o falta previa. A través de Ricardo, el Capitán Trueno se cita con un perseverante argumento (como mostró Dumézil, se puede rastrear al menos desde el viejo mito romano, también él disfrazado de historia; o se puede encontrar en las tradiciones nórdicas, o inglesas, o francesas, travestidas de «crónicas» o de «gestas»: los Gesta danorum de Saxo Gramático son un pertinente ejemplo), que es el de la justicia y la prudencia en el gobierno, frente al abuso y la extorsión, frente a la tiranía.
Si la literatura, ya en el caso de Ricardo, eufemiza la historia, el relato que tras su huella narra y muestra el cómic da un paso más; sin pervertir o arruinar la lógica, tanto de la narración romántica como de los viejos mitos que recupera. Ricardo y Trueno aparecerán juntos en varios (con)textos en los que la cuestión es la del abuso, la de la traición, la del expolio. La cuestión de la justicia. En ese caso el cómic prolonga el relato más allá de sus fuentes, tanto inmediatas como remotas.
En otros casos, el paso, tras la huella, toma otra dirección y se propone como una especie de discreta enmienda. El entorno de Ricardo (más bien agónico, polémico) admite persona- jes nada desdeñables. Juan sin Tierra y los nobles (más bien obtusos y depravados) que lo acompañan son un ejemplo. El otro es Saladino. Con el que Trueno traba unas relaciones que edifican una leyenda alternativa. El cómic inserta en el relato otra vía, también de arraigo tradicional: la de los contendientes leales que defienden su causa con honradez y genuina nobleza, la de los adversarios que reaccionan de consuno ante las injusticias, la del respeto más allá de la diferencia de principios y de modos de vida. Una sensibilidad que no se compadece del todo con la del Corazón de León de la literatura. Y que está abiertamente enfrentada a la del Ricardo de la historia. La leyenda, la del Capitán, cruza sensibilidades, virtudes y vicios: frente a la honradez de Saladino está la perfidia de sus lugartenientes; pero, sobre todo, frente a la lealtad de Saladino se alza (o, mejor, se abisma) la traición de Sir Black: el caballero cruzado, el cristiano, el presuntamente fiel.