Page 90 - El Capitán Trueno. Tras los pasos del héroe
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JOSÉ MANUEL SÁNCHEZ RON
 El Capitán Trueno, 27, «Batalla en el aire», 1957
que los demás. Esto parece inconcebible y, sin embargo, ¿cuántas ideas brillantísimas no se habrán perdido por culpa de las gue- rras, al destruirse volúmenes valiosísimos, y también por culpa de la inexistencia de la letra impresa?, ¿cuántos sabios habrán permanecido ignorados? Imaginemos que Morgano, uno de esos sabios ideó un glo- bo... ¡gracias al cual nuestros amigos cono- cerán nuevas y emocionantes aventuras!».
No podemos, es cierto, saber cuántas buenas ideas se han perdido en los cajones más ocultos del pasado, aunque es difícil imaginar que se pudiera haber perdido una tan valiosa como la de unos «vehículos» capaces de volar por el aire. En realidad, lo que sí suele suceder es que pocas ideas, científicas o tecnológicas, se adelantan a su tiempo. Y en el caso de los globos aerostá- ticos, ese tiempo fue el siglo XVIII. Aunque, como veremos enseguida y es bien sabido, un par de hermanos se llevasen casi todo el mérito, bastante antes que ellos, en 1709, un jesuita brasileño, Bartolomeu Lourenço de Gusmão (1685-1724) realizó una demos- tración de las posibilidades voladoras de los globos ante la corte portuguesa. Pero, como digo, otros se llevaron el honor del recuerdo histórico. La primera prueba reconocida y
 El Capitán Trueno Extra, 301, «La batalla de los globos», 1965
publicitada fue la que efectuaron dos franceses, los hermanos Joseph-Michel (1740-1810) y Jacques Étienne (1745-1799) Montgolfier el 14 de diciembre de 1782. La leyenda dice que, jugando con bolsas de papel (eran hijos de un fabricante de papel) invertidas sobre un fuego, advirtieron que estas se elevaban, que volaban. A partir de entonces, continúa la historia, real o imaginada, se afanaron por ampliar su descubrimiento, construyendo bolsas más grandes y con materiales más resistentes que el papel. Se dieron cuenta de que el hecho de que las bolsas se elevaran cuando estaban sobre un fuego significaba que el aire caliente era un buen impulsor: lo que sucede es que, al calentarse, el aire se expande y por tanto el mismo volumen de aire caliente pesa menos que el de aire frío, porque en él hay menos moléculas que en el frío. En la prueba del 14 de diciembre utilizaron una bolsa de seda con una capacidad de 18 metros cúbicos: se elevó 250 metros. Quemando maderas y pajas, el 4 de junio de 1783 prepararon un globo con el que realizaron una de- mostración pública; esta vez utilizaron una bolsa esférica de lino forrada de papel, mucho más grande que la anterior: tenía 11 metros de diámetro, 800 m3 de volumen y unos 225




























































































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