Page 92 - El Capitán Trueno. Tras los pasos del héroe
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90 JOSÉ MANUEL SÁNCHEZ RON
El Capitán Trueno, 102, «El fin de Tagunka», 1958
siquiera cuando los Hombres-Leones consiguen derribarlo lanzándole espadas que lo desin- flan. Más adelante, Trueno dice: «¡Bah! Ya construiremos otro...». Y enseguida se comprueba que, efectivamente, lo habían construido. Pero ¿cómo? Lo único que se ve es que saben –esto sí que no es nada difícil– que la altura a la que ascendían dependía del peso que transportaban. Por cierto, el modelo de globo de Morgano se parece mucho a una de las «máquinas voladoras» que Leonardo da Vinci pergeñó en uno de sus maravillosos cuadernos.
Una última palabra acerca de los globos. Entre los usos que posteriormente se hicie- ron de ellos, figuran los militares. En 1850, un fotógrafo, periodista e ilustrador francés, Gaspard-Félix Tournachon (1820-1910), más conocido como Nadar, comenzó a mostrar las muchas posibilidades que permitían esos ingenios voladores cuando subió a uno per- trechado con una cámara fotográfica. No mucho más tarde, en la guerra franco-prusiana (1870-1871) se utilizaron muchos globos, rellenos de gas de carbón, especialmente para transportar mensajes. Pero no solo para esto: cuando el ejército alemán, dirigido por Otto von Bismarck, cercó París en setiembre de 1870, el líder del nuevo gobierno francés, Léon Gambetta, huyó de París en un globo aerostático, estableciendo un gobierno provisional en la ciudad de Tours para reorganizar el ejército en el interior. Pronto la mayoría de las