Page 91 - El Capitán Trueno. Tras los pasos del héroe
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ANACRONISMO Y TECNOLOGÍA 89
 El Capitán Trueno Extra, 301, «La batalla de los globos», 1965
kilogramos de peso. El aerostato ascendió, sin nadie tripulándolo, y recorrió 2 kilómetros durante 10 minutos, a una altura de entre 1,5 y 2 kilómetros. Y como en el ilustrado siglo XVIII las noticias se propagaban con facilidad, un profesor de Física, Jacques Cesar Charles (1746-1823), preparó otro globo –este relleno de hidrógeno, más ligero que la mezcla que compone el «aire atmosférico»– que soltó, también sin pasajero alguno, el 27 de agosto, ante una multitud en el Campo de Marte de París, el lugar en el que en el futuro se le- vantaría la Torre Eiffel. Y tuvo éxito: el globo cayó a más de 20 kilómetros de distancia.
Pronto los Montgolfier volvieron a la carga, preparando la primera ascensión con seres vivos: se produjo el 10 de septiembre de 1783, en Versalles, con el rey Luis XVI y su es- posa, María Antonieta, de espectadores. Pero los «seres vivos» no eran personas, sino un pato, una oveja y un gallo. No fue hasta el 21 de noviembre, siempre de 1783, cuando dos hombres se atrevieron a hacer lo que antes habían hecho por obligación aquellos tres pobres animales: fueron un profesor de física y química, Jean-François Pilâtre de Rozier (1754-1785), el mismo que se mencionaba en la nota de El Capitán Trueno, y François Laurent, marqués de Arlandes (1742-1809). Recorrieron 8 kilómetros durante 25 minutos. Nada comparable, por supuesto, con los vuelos, tanto sobre tierra como sobre el mar, que aparecen en varias aventuras de Trueno y sus amigos.
Un detalle curioso es que, aunque la razón por la que los globos aerostáticos vuelan es relativamente sencilla, en las aventuras del Capitán Trueno no se dice nada al respecto; ni






























































































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