Page 14 - Glosario imposible
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hablarenarte
generar un ambiente de tanta confianza que la gente por sí misma empiece a proponer, a contradecir y a cuestionar. En ese momento es cuando, de verdad, puede iniciarse un proceso colectivo o colaborativo”1.
El adoptar el rol del agente que impulsa o genera estos sentimientos en el grupo puede que no tenga autoría, pero sin lugar a dudas, tiene autoridad. De las tres aproximaciones al contexto mencionadas, dos de ellas discrepan frente a su interpretación. En la que está implícita una autoría más definida y aquella más activista, se intuye una aproximación muy práctica a la idea colaborativa: este proceso es una herramienta adecuada para conseguir un fin. La colaboración se plantea, como aclara María Ruido en su entrevista, desde la visión del artista. En un sentido parecido, aunque desde un punto de vista muy diferente, Fernando García-Dory argumenta a través del ideario del arte útil, que una práctica artística válida consiste en lograr que la obra resultante tenga valor y un retorno “real” (como por ejemplo económico) en un determinado contexto social. Esta aproximación no se libra de crítica de quienes consideran que los colectivos implicados no son tomados en cuenta como tales, y solo sirven para conseguir fines ajenos. Pero esta crítica obvía que también puede suceder una colaboración en la que se investiga y se aprende con el lugar generando un intercambio, aunque exista una visión de autor, tal como por ejemplo describe la Orquestina de Pigmeos su propia práctica. Es más, al ser estas interacciones normalmente propuestas muy concretas con una visión práctica y una meta determinada, los problemas no son ontológicos, sino
que surgen en mayor medida durante el trabajo de campo, cuando falla la comunicación previa entre el artista y el colectivo.
La tercera fórmula para acercarse a un contexto, consiste en estimular
un proceso colectivo incipiente en el grupo a través de una metodología horizontal. En este caso, la invitación a la colaboración no solo es un medio para un fin, sino también un fin en sí mismo. Los posibles problemas de esta interpretación de la práctica artística colaborativa radican en una necesaria ambigüedad de la iniciativa en el contacto inicial, que busca estimular
un proceso, pero tampoco quiere usurparlo, lo que pone al artista en la incómoda posición de ser el impulsor de un proceso, que a la vez solo busca acompañar. En el ensayo Desbordar la autoría artística, Diego del Pozo habla del artista que se encuentra en esta situación. Este, dice, ha de tener cuidado en no secuestrar la voz del colectivo con el que trabaja, de no aprovechar su
1. Estas y todas las siguientes citas que contiene el ensayo, proceden de textos y entrevistas que se incluyen en este libro.
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