Page 16 - Glosario imposible
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Entre estos puntos de vista se enciende todo un debate sobre la pertinencia de la participación de las instituciones en las prácticas colaborativas. La institución es una tercera variable que se suma a la relación comunidad–artista, que ya de por sí no está libre de conflictos y complica aún más el proceso. Mientras que antes era el artista quien se propuso a una comunidad determinada, ahora es la institución la que se convierte
en impulsora de un proyecto. Por ende, es ella que genera una relación de confianza con el artista, que a su vez ha de asumir esta propuesta como suya para poder aproximarse así a la comunidad. Pero como la relación institución–artista muchas veces no parte de una igualdad de condiciones (materiales e ideológicas), suele haber cierta desconfianza en cuanto a la honestidad de los motivos que han promovido esa relación, para que no se abuse de la autoridad establecida o que el proceso se pueda convertir en algo autoritario. Fernando García-Dory apunta, por ejemplo, que hay cierto peligro que estas constelaciones tiendan a perpetuar el statu quo.
Y DEMOCRACIA opina que proyectos que se realizan en este tipo de marcos casi pre-establecidos, pueden servir de simulacros de ejercicios políticos reales, donde “se pretende otorgar una participación que luego se niega fuera del campo del arte”. Cuando los artistas asumen la propuesta de la institución como un encargo muy concreto, la relación puede prosperar, comenta Christian Fernández Mirón. Sin embargo, otros más interesados en una relación entre pares, se frustran al considerar que la colaboración es utilizada como medio para un fin mayor, que ellos no han previsto como tal.
En los últimos cuatro años y en el marco del proyecto CAPP hemos aprendido en hablarenarte que estas problemáticas son reales y pueden lastrar una colaboración institución–artista–comunidad, incluso aunque parta de la mejor de las intenciones de todas las partes implicadas. Tres de los cuatro proyectos que realizamos durante el programa de CAPP se plantearon como residencias de dos y tres meses para artistas ajenos a los contextos locales de Huarte, Donostia y Vic. Nos interesó abordar la idea de lo colaborativo más
a través de una aproximación horizontal y buscamos generar proyectos que salieran desde el propio seno de los contextos locales con los que trabajamos. Para que el proyecto fuera significativo a nivel local buscamos a través de nuestros socios nacionales una contraparte artística autóctona que actuase como catalizadora entre residente y entorno social, consolidando así una comunidad entre agentes locales. Estas personas, empoderadas y provistas
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