Page 159 - Glosario imposible
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Cuando hablamos de procesos de trabajo largos en los que están implicados grupos de personas muy diversas, nos interesa saber cómo se gestionan las expectativas en general y no solo las vuestras, sino también las expectativas de otros.
Cuando comenzamos un proyecto, previamente siempre construimos una confluencia de intereses con las personas con las que vamos a trabajar, en la cual llegamos a acuerdos iniciales. Ese diálogo, por llamarlo de alguna manera, nos ofrece una base de expectativas e intereses que todas las partes tienen que tener clara para no confundirnos en el planteamiento de un proyecto y evitar problemas o conflictos innecesarios.
Ese recorrido metodológico suele constar de cuatro fases: diagnóstico, codiseño, construcción y gestión. Durante la fase de diagnóstico y codiseño armamos lo que llamamos “coctelera de alcances”, en la cual definimos los objetivos principales que hemos marcado previamente. Esos objetivos se acotan en relación a los recursos y presupuesto que tenemos, elementos muy tangibles que nos permiten definir realmente hacia dónde vamos o dónde podríamos llegar con lo que tenemos.
En esta fase inicial se empiezan a manejar esos parámetros, pero lógicamente esto se va ajustando constantemente durante la práctica. Ante todo, nuestro trabajo es un trabajo de práctica y de acción directas. La forma en la que evaluamos si hemos medido bien las expectativas
es de manera procesual, a través del ensayo, el error, la prueba; esta última, parte fundamental del proceso, con la que se ajustan los alcances permanentemente.
Si hablamos de error, o en este caso del concepto de fracaso, ¿seguís algún tipo de estrategias en proyectos que se desarrollan de un modo problemático o en los que pueden surgir aspectos no deseados? ¿Dónde está el límite?
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Fracaso



























































































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