Page 248 - Glosario imposible
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Jordi Claramonte
Con este principio bien establecido podemos considerar a salvo el carácter instituyente y contagioso de la autonomía para centrarnos en algunos otros detalles de interés. Y es que la autonomía, para poder ser contagiosa, tiene que organizarse atendiendo a diferentes escalas de despliegue y diferentes orientaciones de su quehacer.
Así, hay una forma de autonomía que tuvo en la Ilustración —en sus salones y en sus gacetas— un peso muy importante: una autonomía que fundamentalmente trabajaba instituyendo, consolidando y multiplicando esferas de producción artística e intelectual independientes de la corte y del poder omnímodo del rey absoluto de turno. A esta autonomía, que el bueno de Habermas3 investigó en profundidad, la llamaremos “autonomía ilustrada”4. Se trata de una autonomía que funciona acaso con un planteamiento estratégico, a largo plazo, poniendo las condiciones para que esa expansión contagiosa pueda suceder y pueda seguir sucediendo. Por eso sus gestos construyen formas artísticas como la sonata, en la
que la musicalidad no tiene que ampararse o justificarse en un contenido moral o religioso, o construyen contextos sociales e intelectuales como los cafés, los salones o las primeras academias —las renacentistas—, donde la discusión de lo artístico no tiene por qué ceñirse a los criterios de autoridad que rigen aún en lo político.
Pero por supuesto que en esto de la autonomía sucede lo mismo que en muchos otros ámbitos de la acción humana: pronto olvidamos aquello que era fundamental en sus orígenes y convertimos nuestra acción en un remedo descuidado de aquello que alguna vez fue. Cuando esto pasa, la autonomía ilustrada deja primero de ser “contagiosa” y con el tiempo deja también de ser “autonomía”. Así sucedió cuando las academias fueron cooptadas por el rey, y los salones se convirtieron en meras excusas para una socialización bovina, como fue el caso de la Francia del Rey Sol y su herencia en el siglo posterior.
Cuando esto ocurre, los agentes que siguen interesados en promover
y contagiar la autonomía tienen que dar con alguna otra manera de organizar su pugna. Aparece entonces otra modulación que llamaremos “autonomía moderna”, que se distingue por mostrar un carácter mucho
3. Especialmente en obras como Jürgen Habermas, Historia y crítica de la opinión pública,
Gustavo Gili, Barcelona, 1981.
4. El concepto de “autonomía ilustrada”, así como el de “autonomía moderna” y “autonomía modal”, pueden 248 revisarse con mucho más detalle en Jordi Claramonte, La república de los fines, Cendeac, Murcia, 2007.

























































































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