Page 250 - Glosario imposible
P. 250
Jordi Claramonte
noción misma de autonomía pueda tener algún valor para nosotros?
Nuestra hipótesis será que si la autonomía —como hemos adelantado— tiene algo que ver con la capacidad contagiosa para organizar nuestras propias vidas, está claro que ninguna de las crisis de orientación y desbordamiento que han sacudido tanto a la autonomía ilustrada como a la moderna podrán hacernos desistir de pensarla y de seguir peleando por ella.
Eso sí, de nada valdrá reivindicar esta autonomía contagiosa si se limita a repetir los tics de las configuraciones que ya hemos visto entrar en crisis. Habrá que plantear una forma diferente de autonomía que logre eludir las insuficiencias o las “contraproductividades”, por usar un término tan querido por Iván Illich, de los modelos anteriores y que impida que se pierda lo poco o mucho de valioso que hubiera en ellas.
Para ello tendremos que investigar alguna configuración de la autonomía que lo sea a la vez de los lenguajes artísticos y, de forma indisociable, de las formas de vida y los modos de organización de nuestras vidas. Esto se acercaría al planteamiento de Georg Lukács, que se negaba a pensar la autonomía del arte como una especie de aislamiento encastillado, como una dimensión ajena a la vida social de la obra. Es por ello que afirmaba que “cuanto más orgánica sea la consumación estética inmanente de una obra de arte, tanto más capaz será esta de cumplir la misión social que le ha dado vida”6.
Sostendremos que aquello que está presente en esa “consumación estética” de la obra y a la vez informa sobre su despliegue social es lo que llamaremos los “modos de hacer” o “modos de relación” que se ponen de manifiesto en cada intervención artística y social.
Esto, desde luego, no es nada nuevo: en los textos teóricos que preparé junto a mis compañerxs de La Fiambrera, a finales de los años 90, y tirando de maestros como John Berger o Michel de Certeau, ya manifestábamos que aquello que hacíamos no podía ser entendido puramente como una obra de arte, pero que tampoco ganábamos nada al considerarlo una mera maniobra de activismo.
Nos gustaba pensar que lo relevante de aquello era cierto modo de hacer lo que tuviéramos que hacer, algo que ya entonces llamamos un “modo de relación”.
Seguramente queríamos destacar así que lo importante no era solo aquello que hacíamos, que obviamente tenía su peso, sino —y sobre todo— cómo
6. Georg Lukács, Estética. Tomo IV. Cuestiones liminares de lo estético, Grijalbo, Barcelona, 1974, p. 369.
250