Page 376 - Goya y el mundo moderno
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 trospectiva en la Galería Druet. Reali- za para Diaghilev la escenografía y el vestuario del ballet El hijo pródigo en 1929. A partir de 1930 su obra es ex- puesta en muchas ciudades extranjeras: Nueva York Chicago, Múnich, Lon- dres, Bruselas o Ginebra. En esta déca- da sus obras aumentan de formato aun- que trabaja sobre los mismos asuntos. En 1939 edita su serie gráfica Passion con textos de Suarès. A la muerte de Vollard inicia un litigio con sus here- deros del que saldrá victorioso, recu- perando sus propias obras. Un buen nú- mero de éstas serán destruidas por el autor ante la imposibilidad de acabar- las en vida. En los años cuarenta vuel- ve a los pequeños formatos, que se lle- nan de color con predomino de azules y verdes. Tras finalizar la Segunda Gue- rra Mundial, y hasta su muerte, se su- ceden las exposiciones retrospectivas en museos de todo el mundo. Es el mo- mento de los homenajes y el reconoci- miento. Fallece en París el 13 de febre- ro de 1958.
A.C.
Bibliografía
Georges Rouault. «Forme, couleur, harmonie» [catálogo de exposición], Estrasburgo, Éditions des Musées de la Ville de Strasbourg, 2006; Rouault [ca- tálogo de exposición], Barcelona, Fun- dació Caixa Catalunya, Taller Edito- rial Mateu, 2004.
Aligi Sassu
(Milán 1912-Palma de Mallorca 2000) Aligi Sassu nace en Milán el 17 de ju- lio de 1912; su padre, Antonio Sassu, originario de Cerdeña (lugar donde Ali- gi pasaría largas temporadas durante su infancia), fue uno de los fundado- res del partido socialista de Sassari. El artista comienza a interesarse por la pintura a una edad muy temprana. En Milán pronto se siente atraído por los futuristas, sobre todo por Carlo Carrà, con quien su padre comparte ideas po- líticas, y por Umberto Boccioni. En 1927 participa con el cuadro La ma- dre (hoy perdido) en la exposición fu- turista de la Galleria Pesaro. La perso- nal elaboración que hace el artista de las ideas de este grupo cristaliza en el Manifesto della Pittura. Dinamismo e riforma muscolare, firmado junto a Bruno Munari en 1928, donde renie- gan de la perspectiva naturalista y de- fienden una visión dinámica pero sin la pérdida de las formas de la realidad. Si bien siempre fue considerado inte- grante del segundo futurismo junto a Giacomo Balla o Fortunato Depero, su obra temprana mantiene siempre una gran deuda con el primer futurismo de
Boccioni. De cualquier modo, la últi- ma aparición de Sassu en una exposi- ción futurista será en la Mostra d’Ar- te Futurista, Novecentista, Strapaesa- na celebrada en Mantua a finales de 1928.
Por estos años, Sassu comienza a inte- resarse por la figura humana, la rela- ción del hombre con el espacio: paisa- jes industriales, fábricas milanesas, los suburbios. Son los años de I minatori, y los Ciclisti, series que retomará años más tarde; también son los años de la Academia de Brera y la Academia de Barbaroux, donde entabla relación con Renato Billori y Giacomo Manzù.
En clara oposición con los principios del Novecento italiano, y sin olvidar la herencia pictórica italiana –Fra Ange- lico, Masolino o Piero della Frances- ca–, Sassu trabaja en los Uomini rossi, que pueden considerarse el símbolo de todo su universo: ciclistas, caballeros, jugadores de fútbol, músicos. A medio camino entre lo real y la fantasía re- presentan al igual que en Munch o en Nolde la realidad de la condición hu- mana.
Tras su primera estancia en París en 1934, Sassu se interesa por Delacroix y Poussin, por los impresionistas fran- ceses; el surrealismo, que estaba en ple- no auge, no parece atraerle. Su com- promiso político sí se hace cada vez más fuerte y durante la Guerra Civil española se compromete contra el fas- cismo tal y como puede verse en Fusi- lamiento en Asturias (1935, col. part.). Tras la batalla de Guadalajara, prepa- ra junto a De Grada, y bajo la in- fluencia de las teorías de Gramsci un manifiesto que instiga a la insurrección. El 6 de abril Sassu es acusado de com- plot y subversión al régimen fascista, con el riesgo de una condena a veinti- cuatro años. Permanece en la cárcel de San Vittore en aislamiento junto con sus amigos Franchina, Grosso, Joppo- lo y Birolli, hasta ser trasladados a la cárcel de Regina Coeli, en Roma. Pa- sados seis meses, Sassu es transferido a la cárcel de Fossano, en el Piamonte. En una carta a sus padres, del 13 de abril, escribe: «Cuando intentaba su- perar una etapa de insatisfacción mo- ral, de tormentos espirituales y de inac- tividad artística, cuando empezaba a pintar de nuevo y a ordenar las expe- riencias viendo las obras del año pasa- do, de lo que la naturaleza me había enseñado, es muy duro encontrarse de nuevo con toda la actividad del espíri- tu vuelta a luchar contra la materia. Quizás cierta humanidad, un sentido de lo humano que hasta ahora faltaba en mi obra, después de esta prueba, sal- drá a la luz».
El 27 de julio de 1938 Sassu es puesto en libertad. Marcha a Albisola, donde encuentra a Lucio Fontana, a quien ha- bía conocido en sus años de Academia. A partir de este momento, la cerámica adquirirá cada vez más un papel im- portante en su obra. De regreso a Mi- lán entra en contacto con el grupo Co- rrente: De Grada, Treccani, Migneco, Marchiori, De Micheli... El 4 de agos- to, el fusilamiento, en Piazzale Loreto, de catorce partisanos por parte de un pelotón de la República de Saló, le im- presiona fuertemente. Dos días des- pués, termina el lienzo I martiri di Piaz- zale Loreto (Roma, Galleria Naziona- le d’Arte Moderna), una de las obras fundamentales del artista, que presen- tará en la Bienal de Venecia de 1954. Desde mediados de los años Cincuen- ta la actividad expositiva de Sassu se intensifica. Traslada su estudio a Ma- llorca, lugar que alternará con estan- cias en Cerdeña y Milán. Con motivo de sus sesenta años de trabajo, celebra una exposición antológica de su obra en el Castillo de Rivoli; en 1993 reali- za un mural de cerámica de más de cien metros para la nueva sede del Parla- mento de Bruselas. En los últimos años retoma los temas de ciclistas, caballos o cafés. Fallece en su casa de Pollença (Mallorca), el 17 de julio de 2000 a los ochenta y ocho años de edad; meses antes, se fundaba la Asociación de ami- gos del Arte de Aligi Sassu en Besana, Milán.
FIRMA?
Bibliografía
Negri, A., Aligi Sassu, Nuoro, Ilisso, 1995; Aligi Sassu, antologica 1927- 1999, al cuidado de M. Pizziolo e C.J. Sassu Suárez, Palazzo Strozzi, Floren- cia, Skira Editore, Milán; Chiappini, R., Pizziolo, M., con la colaboración de C.J. Sassu Suarez, Aligi Sassu, Mu- seo d’Arte Provincia di Nuoro, Nuo- ro, 2000.
Antonio Saura
(Huesca 1930-Cuenca 1998)
Antonio Saura nace en Huesca el 22 de septiembre de 1930. Durante la guerra civil española vive con su familia entre Madrid, Valencia y Barcelona. En 1947 cae enfermo de tuberculosis, lo que le obliga a pasar cinco años en re- poso, tiempo que Saura dedica a pin- tar y escribir. Sus primeras obras, de carácter experimental y onírico, son deudoras de Tanguy y Miró, como puede verse en sus «constelaciones». En 1950 presenta su primera exposi- ción en la librería Libros de Zaragoza; al año siguiente expone en Madrid, en la librería Buchholz. En 1954 marcha
a París, donde trabaja con el grupo su- rrealista un tiempo; cada vez más su pintura adquiere un tono expresionis- ta. Comienza a trabajar con la estruc- tura del cuerpo femenino; conoce al crítico Michel Tapiè, quien le introdu- ce en la Galería Stadler de París, don- de participa en una colectiva en 1957. Comienzan ya las crucifixiones y las series de dibujos satíricos que desem- bocarán en los retratos que trazan una crónica de España. En 1957 funda el grupo El Paso en Madrid, en el que permanece hasta su disolución en 1960. Parece que su pintura se intro- duce ya en el arte informalista o art au- tre del que habla Tapiè. Un informa- lismo gestual de trazos enérgicos con una paleta que se reduce, a menudo, al gris, al negro y al blanco, siguiendo a Francisco Goya en sus Pinturas Ne- gras, Caprichos y Disparates. En esta época expone ya en distintos lugares de Europa como la Galería Van de Loo de Múnich (1959) junto a Antoni Tà- pies, en la Documenta 2 de Cassel (1959) o en la Galería Odyssia de Ro- ma (1960). En 1961 realiza su prime- ra individual en Nueva York, en la Ga- lería Pierre Matisse, en la que le intro- duce Joan Miró. Desde 1959 desarro- lla una gran actividad gráfica, ilus- trando libros como Don Quijote, de Cervantes; 1984, de George Orwell; Diarios, de Kafka, o Pinocho. A par- tir de 1960 comienza también a reali- zar esculturas, obras que compone con elementos de metal soldado. A media- dos de los sesenta su repertorio icono- gráfico parece ya definido: mujeres, multitudes, crucifixiones, retratos, au- torretratos o las series sobre Goya, co- mo la de El perro de Goya. Figuras a veces monstruosas y deformes donde la anécdota se reduce al máximo. Imá- genes que hablan de la historia de Es- paña, de esa España franquista cimen- tada sobre el imperialismo, de esa Es- paña Negra donde no hay consuelo, imágenes que nos miran y nos interpe- lan. Incluso en los autorretratos (serie Moi, 1976), se representa Saura como un monstruo. El espectador se mete en la obra, nosotros no somos el mons- truo pero podríamos serlo, porque to- dos somos el «otro». En 1967 se ins- tala definitivamente en París. En 1969 la editorial Gustavo Gili publica su pri- mera monografía importante en Bar- celona con texto de José Ayllón. En 1971 abandona prácticamente la pin- tura al óleo, que retomará diez años después, para dedicarse exclusivamen- te a la obra gráfica. Empieza a publi- car sus escritos a partir de 1977. Pro- duce un libro ilustrado con doce agua- fuertes titulado la Cámara Ardiente.
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