Page 128 - Azaña: Intelectual y estadista | eBook
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Española, y Juan Ramón Jiménez, que acababa de establecerse en Madrid y dirigía los primeros pasos de las Publicaciones de la Residencia de Estu- diantes. Desde París, Azaña anotó muy desdeñoso:
Acabo de leer su último libro, Lecturas españolas [...]. Modo de hacer crítica: como muestra “del espíritu práctico del misticismo castellano” cita esta frase de Santa Teresa “Entended que si es en la cocina, entre los pucheros anda el Señor”. Y añade: “Pues si aún hemos de ver esos humil- des pucheros castellanos hacer papel glorioso en la historia literaria de España...”. Don Eugenio de Ochoa, en sus Apuntes para una bibliote- ca..., etcétera, escribe la siguiente frase: “En el Don Álvaro se ve desde el carácter más ideal, desde la creación más fantástica, hasta el fogón y los cacharros (Azorín subraya) de las posadas andaluzas. Esto cree Azorín que es pensar: agrupar, o mejor dicho, aproximar las cosas y las ideas sin preocuparse de su contenido, fijándose en la semejanza de las palabras. Es la crítica... por la homonimia [...]. Creo que Azorín ha hecho dos cosas importantes en la literatura: aligerar la prosa e introducir algunos elementos nuevos como materia de composición: los pueblos, los mo- vimientos pequeños, etc. Ya se amanera. Su estilo monótono, sin jugo, sin matices, puede servir para un trabajo corto, un artículo, una impre- sión; es insoportable en un libro [...]. Todo lo empequeñece, cuando quiere explicar algo. No raciocina, no liga dos ideas” (VII, 247).
Vale la pena la longitud de la cita porque Azaña era tan devoto de la Espa- ña interior, esteparia y recoleta como lo era Azorín. Su aversión por el es- critor levantino era una cuestión de actitudes diferentes. Es evidente que la sentimentalidad azoriniana no podía reemplazar al entendimiento que él postulaba. Y, sin embargo, hubo un proyecto de Manuel Azaña muy cerca- no al de Azorín y que, quizá por eso mismo, dejó en barbecho. Llegó a escribirle un prólogo, “En los nidos de antaño”, que quizá había de ser también título del volumen, y allí patentizó su propósito en frases que tienen un fuerte eco de los propósitos azorinianos de la serie iniciada con Lecturas españolas y Clásicos y modernos:
Estas páginas, lector amigo, he trazado para mi solaz, como quien bus- ca exprimir de su alma un jugo que demasiado la empapa. Han nacido del trato con libros viejos; libros menos leídos de lo que se debiera pero no tan raros que baste su lectura para ganar el renombre de erudito. En crónicas, poemas, romances, enxiemplos, tratados y doctrinales late el corazón de muchos hombres que fueron los padres verdaderos de la patria; ellos crearon la cosa y el nombre, porque forjaron el alma nacio- nal y el idioma en que ese alma desde hace tantos siglos viene hablando. Provoca esa lectura una emoción compleja y fuerte. El eterno interés del drama histórico se acentúa aquí por dos razones; la primera, porque es el escenario nuestro solar; la segunda, porque conocemos el desenlace (VII, 288).
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