Page 394 - Azaña: Intelectual y estadista | eBook
P. 394

Cipriano de Rivas-Xerif
Retrato de un desconocido.
Vida de Manuel Azaña
Ciudad de México,
Ediciones Oasis, 1961 Biblioteca Nacional de España. 1/151220
1 Comunicado oficial de Manuel Aza- ña a Alfonso Reyes. Madrid, s.f., en archivo particular de Alfonso Reyes. Capilla Alfonsina/Secretaría de Cul- tura/INBAL, exp. 178.
2 Carta de Martín Luis Guzmán a Al- fonso Reyes. Madrid, 2 de febrero de 1931, en Guzmán / Reyes, medias pa- labras. Correspondencia, 1913-1959, edición, prólogo (epistolar), notas y apéndice documental de Fernando Curiel, México, Universidad Na- cional Autónoma de México/Institu- to de Investigaciones Filológicas/ Centro de Estudios Literarios, 1991, p. 145. [Nueva Biblioteca Mexicana, 104].
ALFONSO REYES LES DECÍA A SUS AMIGOS DE MÉXICO QUE
la República española estaba por llegar; que casi todas sus amistades espa- ñolas hablaban insistentemente de la República. ¡La República!, le contes- taban, ¡no puede ser! Reyes vivió diez años en España (1914-1924) y cono- ció de cerca los anhelos y las odiseas de la inteligencia española para que ese día llegara: la España republicana. Entre ellos y con quien convivió en el Ateneo de Madrid1, don Manuel Azaña. No fue fácil andar en un camino plagado de censuras y de represión. Sin embargo, aprendieron a resistir y a seguir adelante.
Cuando Reyes se fue de España y lo despidieron sus amigos españoles, la España nueva estaba ahí presente como fiel testigo de que un mexicano había trabajado con ellos en ese empeño. Su ausencia fue sentida y su pre- sencia siempre recordada. La venturosa fortuna trajo por esos días a Martín Luis Guzmán a la capital española, que pronto frecuentó los sitios conoci- dos por Reyes como el Café Regina y entró en el círculo de don Manuel. En cierta ocasión le envió a Reyes mensajes como el del 2 de febrero de 1931: “¡Viva la República, aunque no venga!”2. Pocas semanas después, el propio periodista y escritor mexicano que escribió El águila y la serpiente fue testigo de la proeza democrática de los republicanos españoles que cam- biaron su historia y la historia mundial.
No era el único mexicano que había en España en estos días de fiesta de- mocrática. Aquí estaba en la capital de la República un joven estudiante de derecho de veintidós años que gozaba de la beca que le concedió la Univer- sidad Central de Madrid para terminar sus estudios de licenciatura y, más tarde, los de doctorado. Este joven que nació en Mérida, Yucatán, escribió
PERMANENTE PRESENCIA DE AZAÑA EN MÉXICO
Alberto Enríquez Perea
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