Page 396 - Azaña: Intelectual y estadista | eBook
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5 Ibídem, p. 176.
6 Ibídem, p. 186.
7 Ibídem, p. 195.
8 Ibídem, pp. 198-203.
9 Iduarte, Andrés, En el fuego de Es-
paña, México, Joaquín Mortiz,
1982, p. 4.
10 Sánchez de Ocaña, Rafael, “Refle-
jos en el agua. El presidente Azaña”,
en El Nacional, 17 de mayo de 1936.
11 Carta reservada del secretario Fran- cisco Navarro, que firma por ausen- cia del embajador, al señor secretario de Relaciones Exteriores. Madrid, 29 de julio de 1936, en México y Espa- ña: solidaridad y asilo político. 1936- 1942, introducción y recopilación de Alberto Enríquez Perea, México, Secretaría de Relaciones Exteriores,
1990, p. 62.
Don Manuel también dio muestras de talento político, sabía moverse con finura en las crisis, daba muestras de cómo salir avante de esas dificultades, pero salía “su autoridad constitucional y simbólica un poquillo mermada”5. Sin embargo, llegó un momento que España, verano de 1933, se encontra- ba “como en abril de 1931, al borde de la república, peligrando al primer grito de audacia conservadora o a un punto de iniciarlo todo a la primera llamada revolucionaria”6. En pleno invierno, España dio “gran paso atrás en su vida política”7, pues a algunos grupos les gustaba realizar “juegos peligrosos”, por lo que el embajador mexicano escribió su Informe confiden- cial sobre las “Posibilidades de éxito del fascismo en España”8.
Otro mexicano que había llegado a España, que tenía como oficio el de es- critor y asimismo periodista, que trabajaba para el diario mexicano de gran circulación El Universal, el tabasqueño Andrés Iduarte, hizo una síntesis de lo que vio y narró para los lectores de ese diario en el invierno de 1933:
Treinta meses se sostuvo en la presidencia del Consejo don Manuel Azaña, treinta meses soportó el gobierno republicano-socialista la ene- miga labor silenciosa, pero continua e intensa, de las derechas. [...] Las derechas, intactas y unidas, sintieron que la hora era suya. Salieron de plano a la superficie, pusieron en la propaganda mucha pasión, mucho oro y mucho conocimiento de los recónditos resortes de España y, para mayor suerte, en la Ley Electoral encontraron ventaja. En estas circuns- tancias, España fue a las elecciones del 19 de noviembre y a las del 3 de diciembre en segunda vuelta, en aquellos lugares en que ningún candi- dato obtuvo el 40 % de votos, según previsiones legales. El resultado global de las elecciones ha sido: Derechas, 212 diputados; Centro, 163; Izquierdas, 989.
Las cosas cambiaron no por arte de magia, sino por el trabajo de grupos y partidos que desean una República democrática y liberal. Se abría una nueva etapa. Rafael Sánchez de Ocaña, diplomático y escritor español, que no hacía mucho tiempo había llegado a México y trabajaba en El Nacional, lo dijo muy bien al destacar lo que siguió después de que “el entusiasmo popular lo elevó a la presidencia de la República [a don Manuel], cosa sorprendente, pues desde los tiempos de Pericles, la democracia ha coinci- dido raras veces con la justicia, y menos con la gratitud”10.
Pasaron no pocos meses de este triunfo impecable cuando se conocieron los “movimientos subversivos” contra la República. Los diplomáticos mexica- nos informaban a sus superiores de lo que encontraban en las calles de al- gunos pueblos de Navarra, donde se pintaban estas consignas: “Viva Dios, muera Azaña”11.
En México, desde las páginas de la revista Hoy, el antiguo embajador que estuvo en España, Genaro Estrada, escribió “Retrato y contrafigura de Manuel
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