Page 22 - El retrato español en el Museo del Prado
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                pinceles contribuyeron a barrer el hieratis- mo, los contornos duros, el carácter lineal, el exceso de preciosismo en los pormenores y la obsesiva minuciosidad, para ser sustituidos por todo un mundo de pinceladas ágiles y fluidas, riqueza de cromatismo, flexibilidad en las posturas, gracia en las presentaciones y profundización en los caracteres de los mo- delos que, en una gran medida, fueron tra- tados con una penetración en el alma y una hondura psicológica hasta entonces descono- cidas, que aproximaban las efigies al especta- dor. Siguieron en tal línea o, cuando menos, propendieron a ella, los trabajos de autores como Juan Bautista Martínez del Mazo (1611- 1667), Juan Carreño de Miranda (1614-1685), José Antolínez (1635-1675) o Claudio Coello (1642-1693), en quienes la huella del gran genio sevillano es perceptible. Como es ló- gico hubo muchos más retratistas anteriores, coetáneos y posteriores en relación con este preclaro grupo que cubren dignamente la centuria de los Austrias menores: Felipe III (1598-1621), Felipe IV (1621-65) y Carlos II (1665-1700).
De unos y otros, importantes y no tan- to, independientes y cortesanos, madrileños, trabajando en Madrid o pertenecientes a otras regiones, hay excelentes muestras en el Museo del Prado, y todos aproximándo- se a la calidad y cantidad del retrato velaz- queño, culminación absoluta de la escuela. Entre ellos destacan las obras de Juan van der Hamen (1596-1631), Pedro Antonio Vidal, fray Juan Rizzi (1600-1681), Pedro de Villafranca (h. 1615-1684), Francisco Rizzi (1614-1685), Francisco Caro (h. 1627-1667), Alonso del Arco (h. 1635-1704), Murillo (véase, por
ejemplo, fig. 5) y José García Hidalgo (1645?- 1717?). También aparecen retratos, algunos con carácter más simbólico que real, en el conjunto de aparatosos lienzos con temas históricos de victorias bélicas coetáneas de la monarquía para convertir al Salón de Reinos en una vistosa galería de triunfos militares, a cargo de los pinceles de Velázquez, Zurbarán, Maíno, Vicente Carducho (1576/78-1638), Félix Castelo (1595-1651), Eugenio Cajés (1574-1634), Jusepe Leonardo (1601-h. 1653) y Antonio de Pereda (1611-1678).
Pero el siglo xvii no sólo conoció la reno- vación de las tipologías de retrato existentes sino que añadió otras nuevas, como los re- tratos de cazadores, los de familia y los de enanos y bufones, que ya habían aparecido, aunque de manera tímida, en la etapa ante- rior. Al amparo de la corte el retrato de los aristócratas se hizo cada vez más presente y evolucionó de modo sensible, así como fue- ron apareciendo los de hombres ilustres y se multiplicaron los autorretratos. La colección de retratos del siglo xvii, el siempre reputa- do Siglo de Oro, es infinitamente más rica, no en vano los fondos del Prado se nutren por procedencia de las Colecciones Reales de Austrias y Borbones, siendo muchos los pintores que trabajaron para la corte.
Respecto de la centuria precedente, se produce una impresión colosal e inespera- da; es como si una repentina luz, tan poten- te como esplendorosa, apareciese en todo su espíritu radiante iluminando el escenario de la Historia y ante la sorprendida mirada del espectador se presentase todo un majestuo- so desfile de personajes compuesto por un universo de conductas y caracteres humanos,
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