Page 20 - El retrato español en el Museo del Prado
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                oficio. Acontecía en una época en la que el aprendizaje de taller era el único método de enseñanza profesional. Las colecciones parti- culares en la corte eran pocas y, desde luego, permanecían por lo general bastante cerra- das; solamente las de la Corona eran las que para los artistas privilegiados podían suponer una especie de centro de elevados estudios artísticos en razón de su enorme riqueza y diversidad, que se acrecentaría a lo largo del Siglo de Oro, con encargos y compras dentro y fuera de los territorios peninsulares.
La sociedad que acoge a estos represen- tantes de la mejor pintura también ha sufrido cambios respecto al periodo anterior; se ha hecho urbana frente al espíritu aristocrático y rural, antes predominante. Así las grandes
ciudades como Madrid, Sevilla, Valladolid, Valencia o Zaragoza ganan en importancia en lo que concierne a la vida política, econó- mica y cultural, no obstante las crisis que van afectándolas a medida que avance la centuria y se observe un proceso declinante aunque, en cierto modo, esté oculto tras el brillante decorado barroco del Siglo de Oro en los es- pléndidos escenarios decorativos de sus úl- timos actos, concluyendo en el agotamiento de la gloriosa dinastía de los Austrias, cuyo postrer vástago gobernante morirá sin suce- sión después de dos matrimonios de los que no tuvo descendencia, abriendo el camino a la incertidumbre, plasmada en una nueva es- tirpe emparentada con la precedente, la fran- cesa casa de Borbón, que advino en medio del
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[Fig. 3]
Alonso Sánchez Coello, El príncipe don Carlos, 1555-59. Óleo sobre lienzo, 109 x 95 cm. Madrid, Museo Nacional del Prado, P-1136
 




























































































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