Page 33 - El retrato español en el Museo del Prado
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El espectro decimonónico es sumamente amplio y la tipología varió extraordinaria- mente según la obra fuese con tendencia a la idealización o con carácter directo opuesto a toda lisonja; según el deseo de conseguir una profundización reveladora de una persona- lidad acusada, o el de alcanzar una cómoda superficialidad, según se tratase al modelo con abundancia de multiformes elementos o se prefiriese una situación cotidiana de aire doméstico; de acuerdo con el deseo de mostrar al cliente en una distracción distin- guida como la caza, o evidenciando por la acumulación de pormenores e insignias su rango, así como en su entorno de trabajo e incluso de ocio. Tan especiales presentacio- nes obligan al autor a adentrarse en el mundo de los objetos y a pintarlos con esmero –al- gunos cuadros revelan auténticas naturalezas muertas al lado de los retratados–, llegando a una exquisita minuciosidad de tratamiento al pretender conseguir calidades táctiles, apar- te de las de la indumentaria, en cortinajes, muebles, libros, flores, relojes y otros por- menores, a cual más exquisito o notable, cuyo espíritu puede ser simplemente decorativo o gozar de un contenido metafórico.
En contraposición a la prosopopeya, más o menos contenida o decididamente plena de teatralidad, aparecerá una temática burguesa que opone a la aventura y la espectacularidad el espíritu ordenado y tranquilo del sosiego de la habitación privada en la que junto a los protagonistas, aislados o en grupo, adquie- re un papel preponderante la escenografía: muebles, alfombras, cortinajes, objetos de decoración, propios de una existencia aco- modada. Curiosamente, aparece un motivo
revelador: la ventana abierta. Ésta viene a expresar el pensamiento de los límites entre las dos ideas interdependientes de la vida y el mundo: la ventana es un acceso pero al tiem- po resulta una barrera. El hombre propende con su mirada, reflejo de su corazón, a ese universo que se ofrece en la lejanía, carga- do de promesas pero también de peligros; el misterio y la aventura le atraen pero el deseo de seguridad y calor le clavan en la estancia, cálida y segura, en la que se sabe a salvo y rodeado de una grata calidez, aunque tal anclaje, por lo que tiene de carencia de riesgos, le acoge sin problemas, pero le lleva análogamente a la desilusión y la debilidad, a la prosa en vez de la poesía; en consecuencia la ventana abierta supone a la vez un nexo de unión y una línea de separación entre lo burgués y privado frente a lo romántico y heroico. Cultivan tales principios de forma dispar, entre otros, Manuel Castellano (1826- 1880), el siempre genial y finamente precio- sista Mariano Fortuny (1838-1874), Eugenio Lucas (1817-1870) y Salvador Martínez Cubells (1845-1914).
En el centro y en la segunda parte del siglo xix el retrato español refleja el poder y la riqueza por medio de la elocuencia esté- tica aplicada a las figuras de grandes perso- najes. Se desarrolla un estilo similar en dife- rentes países europeos al que los artistas permanecerían obstinadamente fieles. Desde la gracia informal de niños y niñas bien ali- mentados y cuidadosamente vestidos, indi- cio de la solidez de la posición de sus fami- lias, a las imágenes de éstas felizmente asen- tadas en su mundo ordenado y coherente, en grupo o como personajes individuales, se
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