Page 21 - Anuario AC/E de cultura digital 2017
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tecnología para poder preservar todo lo que es relevante.
Y una de las razones clave por las que todavía no son capaces de hacerlo es que no hay nadie que sugiera dónde está el mejor material para ello.
De hecho, aunque demos por sentado que cual- quier cosa guardada o publicada en línea estará allí para siempre, tenemos sobradas pruebas de que no es así y que gradualmente perderemos una gran parte de los contenidos que creamos, publicamos y compartimos en línea.
En un estudio reciente sobre referencias acadé- micas, Zittrain et al. (2013) descubrieron que más del 70% de todos los enlaces a páginas web que aparecían en las publicaciones académicas no funcionaban. Lo mismo había sucedido con el 50% de los dictámenes de la Corte Suprema de los Estados Unidos. Después de seis años, casi
el 50% de las URL citadas en esas publicaciones daban error.
En otro estudio realizado en 2014 en la Facultad de Derecho de Harvard se encontró que «más del 70% de las URL dentro de la Harvard Law Review y otras revistas, y el 50% de las URL den- tro de los dictámenes de la Corte Suprema de Estados Unidos no enlazaban con la información citada en origen» (Fuente: https://papers.ssrn. com/sol3/papers.cfm?abstract_id=2329161&_ga= 1.76748497.555558335.1365611917).
El contenido desaparece por muchas razones:
gran parte se traslada a otros sitios en línea y se vuelve difícil de encontrar; otro se censura, se elimina por razones de copyright u otras razones legales, y otro desaparece porque el autor o
el editor no mantienen correctamente su sitio web. Algunos contenidos se pierden por ataques maliciosos y otros se desconectan porque no hay recursos económicos para mantenerlos.
Además, la evolución y los cambios en los formatos y estándares de archivo y hardware hacen que sea aún más difícil acceder a archivos
y documentos de tan solo veinte o treinta años de antigüedad (por ejemplo, los disquetes de
51⁄4 pulgadas o las toneladas de cintas de vídeo analógico utilizadas por los estudios de televisión hasta los años ochenta). ¿Cómo podemos ver y acceder a todo ello si no se digitaliza?
Aunque es posible que nunca hayamos oído hablar de él, este fenómeno es tan grande y profundo que se le ha dado un nombre oficial: Linkrot89. Significa el deterioro de los enlaces web que funcionan mal debido a una o más de las razones enumeradas anteriormente.
El fenómeno Linkrot significa el deterioro
de los enlaces web que funcionan mal. Este fenómeno es tan grande y profundo que puede representar hasta un 30% de todos los documentos publicados en línea.
El impacto del Linkrot no es marginal: diferen- tes estudios e informes de investigación indican que puede representar hasta un 30% o más de todos los documentos publicados en línea.
Además, nadie tiene ninguna certeza sobre el futuro de las plataformas de intercambio de contenido donde publicamos y compartimos gran parte del nuestro. No sabemos si seguirán vivas e independientes o si se restringirán o cobrarán por acceder al contenido, si serán compradas, cerradas o controladas por entidades más grandes o incluso por Gobiernos.
Desde este punto de vista, nuestro patrimonio cultural digital se basa en pilares muy precarios. Hemos dejado en manos de las redes sociales y de las grandes plataformas digitales el copiado de seguridad y la infraestructura para alojar nuestro contenido. Son ellas, por tanto, las que dictarán la vida futura de gran parte de nuestro patrimonio cultural.
Si bien las empresas que utilizamos para reco- pilar, publicar y curar información hoy en día tienen interés en garantizar que ninguno de esos datos se pierda, tampoco parecen conducirse
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Cultura inteligente: Análisis de tendencias digitales













































































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