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Por otra parte, como mencionamos ante-
riormente, estudios recientes en fitoacústica han
demostrado que las plantas también responden
a estímulos «auditivos», especialmente a fre-
cuencias asociadas a las vibraciones del aleteo de
insectos. Por ejemplo, un estudio reciente con
la especie Oenothera dummondii mostró que sus
flores respondían tanto al sonido del vuelo de
una abeja como a sonidos artificiales emitidos
a frecuencias similares (Veits y col., 2019). Ante
estos estímulos, las plantas producían un néctar
más dulce en tan solo tres minutos, incremen-
tando así sus probabilidades de polinización.
Además, el estudio reveló que las flores vibraban
mecánicamente en respuesta a estos sonidos, lo
que sugiere que podrían estar funcionando como
órganos sensoriales «auditivos».
Imagen: Freepik
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Además, al igual que los animales, las plantas es-
tán profundamente influenciadas por los ritmos
circadianos, ciclos internos que sincronizan su
fisiología con los patrones diarios de luz y oscuri-
dad. Estos ritmos permiten a las plantas predecir
cambios en el entorno y ajustar sus procesos
internos, como el plegamiento de hojas, a lo
largo del día. Un elemento clave en este proceso
es la producción de fitomelatonina, la versión
vegetal de la melatonina, un compuesto químico
inicialmente asociado únicamente a los anima-
les. Descubierta en plantas hace tan solo dos
décadas, la fitomelatonina regula estos ritmos
internos con una precisión notable (Arnao y col.,
2022). Sin embargo, cuando las condiciones de
luz se manipulan artificialmente en laboratorio,
alterando los ciclos de día y noche, las plantas
pueden experimentar un fenómeno comparable
al jet lag humano.
Por ejemplo, mantener plantas bajo lámparas
cuyo ciclo no esté sincronizado con la luz na-
tural puede desajustar sus ritmos circadianos,
afectando sus patrones de movimiento y meta-
bolismo. Este tipo de sensibilidad extrema a los
cambios de luz se evidencia también en eventos
naturales como eclipses solares. Durante el
eclipse solar de 2017 en Wyoming, la vegetación
dominante, Artemisia tridentata, mostró un
comportamiento «adormilado», con una reduc-
ción significativa en la fotosíntesis, mucho mayor
de lo que cabría esperar por la breve pérdida de
luz solar. Este desajuste temporal sugiere que los
sistemas internos de las plantas no solo respon-
den al entorno inmediato, sino que anticipan los
cambios y cuando estas expectativas se rompen,
como en el caso del jet lag, las plantas deben
reajustarse.
Este fenómeno no solo subraya la complejidad
de los sistemas circadianos en las plantas, sino
que también plantea preguntas sobre los meca-
nismos subyacentes. Al igual que los humanos
usan melatonina para reajustar sus relojes inter-
nos, el estudio de la fitomelatonina en plantas
podría revelar pistas clave sobre cómo las plantas
gestionan el tiempo y cómo esta capacidad
refleja su sensibilidad y posible conciencia del
entorno.
Estas sorprendentes capacidades sensoriales nos
llevan a preguntarnos hasta qué punto las plan-
tas pueden responder de forma activa y visible
a estímulos externos. Un ejemplo fascinante de
ello es la Mimosa pudica, conocida por replegar
sus hojas ante el más leve contacto, como
mecanismo defensivo. A diferencia de otros
100 De LA INTELIGENCIA DE LAs PLANTAs a LA ROBÓTICA DEL MAñANA ·
Inés ABALO RODRíGUEz y PACO CALvo
























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