Page 98 - Anuario AC/E de cultura digital 2025
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Anuario AC/E de cultura digital 2025
comportamientos podrían permitirnos inferir
inteligencia en el reino vegetal. Esta adapta-
ción también implica desprendernos de sesgos
antropocéntricos y zoocéntricos, evitando usar
criterios que no se ajusten al contexto de las
plantas. Al fin y al cabo, si nuestro criterio para
definir inteligencia es, por ejemplo, la capacidad
de resolver una raíz cuadrada, difícilmente
podremos atribuir inteligencia a las plantas, no
porque no lo sean, sino porque el criterio en sí es
inapropiado.
El modo en el que Darwin se planteaba sus
investigaciones puede servir como inspiración
acerca de cómo podemos aprender a adaptar
nuestra mirada al mundo vegetal. Por ejemplo,
gracias a su característica creatividad científica,
desarrolló una técnica ingeniosa para observar y
registrar los movimientos de las plantas. Colo-
caba las plantas entre un fondo con un punto de
referencia marcado y una placa de cristal. Con un
filamento unido al órgano de interés de la planta,
alineaba visualmente el extremo del filamento
con el punto de referencia y marcaba su posición
en el cristal a intervalos regulares. Al unir los
puntos trazados en la placa, Darwin podía obser-
var el movimiento del órgano vegetal, haciendo
visibles los patrones que a simple vista podrían
pasar desapercibidos. Incluso podía «ampliar»
los movimientos ajustando la distancia entre la
planta y la placa, aumentando así la precisión
de sus observaciones. Esta técnica, ingeniosa y
artesanal, puede considerarse un antecedente
«romántico» del zoom que hoy en día utilizamos
habitualmente, demostrando que la creatividad
científica puede superar las limitaciones tecnoló-
gicas de la época.
Gracias a esta técnica, Darwin trazó cientos de
movimientos en tallos, pecíolos, hojas y foliolos,
revelando las complejas trayectorias circum-
nutantes que describen sus exploraciones del
entorno. Al observar estos patrones, Darwin fue
pionero en reconocer las «costumbres» de las
plantas como comportamientos comparables, en
cierto modo, a los movimientos de los animales.
Comprendió que, aunque lentos y basados en
el crecimiento, los movimientos de las plantas
son fundamentales para su interacción con el
entorno. Siguiendo su ejemplo, para entender la
inteligencia vegetal debemos observar su com-
portamiento con la misma atención y cuidado
que Darwin dedicó a sus estudios.
Lo más fascinante es que Darwin fue capaz de
ver a simple vista más allá de lo que muchos
logran hoy en día con la tecnología más avan-
zada. Su técnica aparentemente rudimentaria,
combinada con su mente curiosa y abierta,
desveló comportamientos vegetales que la
mayoría sigue ignorando. De nada sirve disponer
de herramientas de vanguardia si la mente es
obtusa. Darwin nos demuestra que el verdadero
avance comienza con la capacidad de mirar y
cuestionar, algo que ninguna tecnología de por sí
puede reemplazar.
Una vez entrenada nuestra mirada darwiniana,
ahora sí, es momento de ayudarnos de la tecno-
logía. La lógica es sencilla: al igual que necesita-
mos un microscopio para observar lo que hace
una célula, también podemos beneficiarnos del
empleo de metodologías específicas para estu-
diar el comportamiento vegetal. Entre las téc-
nicas más destacadas se encuentra la fotografía
por lapso de tiempo (el time-lapse). Esta técnica
consiste en capturar imágenes a intervalos regu-
lares durante un periodo prolongado y reprodu-
cirlas en una secuencia acelerada, lo que permite
comprimir el tiempo y visualizar movimientos
que, de otro modo, serían imperceptibles para
el ojo humano. Gracias al time-lapse, podemos
observar fenómenos como el crecimiento de un
tallo, el movimiento de las raíces buscando agua
y nutrientes, o incluso la circumnutación de un
zarcillo trepador adaptándose a su entorno. Lo
importante es que el time-lapse no se emplea
para «humanizar» a las plantas, sino para poder
hacer visibles sus fenómenos al ojo humano,
una vez que la mente ya ha sido entrenada, por
supuesto.
98 De LA INTELIGENCIA DE LAs PLANTAs a LA ROBÓTICA DEL MAñANA ·
Inés ABALO RODRíGUEz y PACO CALvo









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