Page 189 - Anuario AC/E de cultura digital 2025
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de experimentación y aprendizaje colaborativo
surgidas a partir de las redes digitales.
En el presente, un giro significativo es el
creciente interés por cuestiones éticas, de
responsabilidad social y cuidado del medio
ambiente, en un contexto de crisis climática. Las
prácticas artísticas contemporáneas ya no se
centran únicamente en los recursos que ofrecen
la ciencia y la tecnología, sino en una reflexión
crítica sobre el propio medio, sus procesos de
construcción y los sistemas de valores que estos
reproducen. Este enfoque también contempla los
riesgos y amenazas inherentes a las infraestruc-
turas tecnológicas, su impacto en las políticas
de Estado y su relación con las crisis sociales,
económicas y ecológicas. Por ello, el periodo
de análisis debe extenderse desde el año de la
invención de la World Wide Web en 1989 hasta
la actualidad, permitiendo así una comprensión
amplia y rigurosa.
El surgimiento de la Web, inicialmente concebida
por Tim Berners-Lee como un sistema automati-
zado de intercambio de información entre inves-
tigadores, y su combinación con el desarrollo de
teorías sobre redes y complejidad, abrió nuevas
posibilidades para la experimentación artística. La
conectividad global que ofrecía permitía a los ar-
tistas manipular datos de formas inéditas, a la vez
que ofrecía canales de difusión sin precedentes.
Su dimensión participativa transformó también
la relación entre la obra y el público, habilitando
formas interactivas y experimentales de creación.
En 1995, la artista Jane Prophet, junto con el
programador Gordon Selley, desarrolló el pro-
yecto TechnoSphere, un entorno tridimensional
habitado por formas de vida artificial diseñadas
por los propios usuarios. Estas criaturas virtuales
interactuaban en función de algoritmos que
regían el ecosistema digital. En ese mismo año,
Prophet subrayó como el entusiasmo por la inte-
ractividad reflejaba un cambio cultural profundo:
internet no solo era una fuente de información,
sino una plataforma para la colaboración global
tanto artística como investigadora.
Numerosos artistas y colectivos comenzaron
a explorar internet como espacio de creación,
aprovechando su complejidad y su potencial dis-
ruptivo. A finales de los años noventa, pioneros
del net.art como JODI, Joan Leandre, Vuk Cosic,
Alexei Shulgin, 0100101110101101.org e irational.
org subvirtieron las estructuras emergentes de
la Red, explorando su código, su lenguaje (ASCII,
HTML) y su arquitectura invisible para el usua-
rio. Entre ellos, Eva y Franco Mattes abordaron
temáticas políticas y éticas en torno a internet,
mientras que irational.org analizó la democra-
tización digital y la disolución de las fronteras
físicas y virtuales. En 1995, este colectivo simuló
una página web del CERN llamada «Laboratorio
Europeo de Colisiones de Redes», enlazando con
proyectos afines para formar el llamado «Anillo
Acelerador de Participantes».
A medida que las redes evolucionaban y se hacían
omnipresentes, los artistas las usaron como herra-
mienta narrativa. En 2001, Lev Manovich explicó
en The Language of New Media que la proliferación
de hipervínculos había convertido cada sitio en
una base de datos, con sus administradores como
indexadores. Según él, «el mapa se ha vuelto más
grande que el territorio», donde el mundo se
convierte en una red de datos y algoritmos.
Otros artistas se han dedicado a cartografiar lo
invisible. En 2005, Eric Fischer comenzó a trazar
mapas basados en datos demográficos y de
transporte, como en NYC Taxi Trips (2013). Simul-
táneamente, Aaron Koblin creó Flight Patterns,
una visualización del tráfico aéreo de Nortea-
mérica que revelaba redes intangibles formadas
por el movimiento humano. Por su parte, Tomás
Saraceno adoptó un enfoque naturalista: su obra
Hybrid Webs (2012) compara estructuras cósmi-
cas con telarañas, ofreciendo representaciones
tridimensionales de redes complejas a diversas
escalas.
Ryoji Ikeda, por su parte, ha trabajado con datos
científicos para crear instalaciones inmersivas
como micro macro (2014) y la trilogía data-verse
(2019), utilizando datos del CERN, la NASA y el
Convergencias creativas: arte, ciencia y tecnología, y sociedad en transformación
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