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los individuos para que se conviertan en agentes
de cambio, lo que podría verse comprometido si
la tecnología asume un rol demasiado dominante
en el proceso educativo. Es crucial fomentar
un equilibrio donde la IA sirva como una herra-
mienta complementaria que potencie, pero no
sustituya, la interacción humana y la reflexión
personal.
5. Avatares para experimentar
con diálogos artificiales
Para ir más allá de la teoría en la creación de
IAlogos, decidimos desarrollar algunos avatares
y evaluar sus resultados. Aunque no realizamos
una investigación científica formal al uso, esta
experiencia nos permitió comprender mejor
cómo funcionan estas tecnologías, siempre
desde una perspectiva subjetiva basada en los
avatares creados por una persona específica en
circunstancias determinadas. Exploramos diver-
sas herramientas antes de seleccionar la más
adecuada para nuestro proyecto.
Decidimos utilizar como herramienta AI-BotYou,
una plataforma accesible que facilita la crea-
ción de bots personalizados sin necesidad de
conocimientos de programación. Esta herra-
mienta permite incorporar modelos de lenguaje
avanzados mediante una interfaz intuitiva,
simplificando el entrenamiento y el ajuste del
comportamiento del avatar. Gracias a Daniel Ba-
yon, el creador de AI-BotYou, pudimos crear un
número indeterminado de avatares e interactuar
con ellos sin coste alguno. Esta y otras razones,
como el tiempo limitado para llevar a cabo este
artículo y querer probar en primera persona esta
experiencia, nos llevaron hasta aquí. En realidad,
cualquier herramienta que se dedica a crear este
tipo de avatares se nutre de estas inteligencias
artificiales generativas; lo interesante es poder
interactuar con ellas y observar los resultados y
las sensaciones. No tomar estas conclusiones o
experiencias como algo científico, pero sí como
un acercamiento para experimentar y seguir
investigando en este camino.
Crear un avatar para diálogos artificiales requiere
seguir varios pasos, en realidad sencillos cuando
hablamos de herramientas que están pensadas
y automatizadas para este fin concreto: imitar
el estilo y el pensamiento de personajes como
Virginia Woolf o Alan Turing.
En las primeras pruebas, el avatar de Virginia
Woolf respondió correctamente a preguntas
técnicas sobre su obra y perspectivas sociales.
Sin embargo, hubo algunas inconsistencias en
respuestas más personales o emocionales, refle-
jando una limitación de la IA para comprender
la profundidad y complejidad de las verdaderas
emociones. Por ejemplo, al preguntar sobre sus
motivaciones para escribir sobre temas sociales
y abanderar luchas como la feminista con una de
las frases más trascendentes de este movimiento
(«una mujer debe tener dinero [en concreto,
quinientas libras al año] y una habitación propia
para poder escribir novelas»), el avatar dio una
respuesta coherente, pero que carecía de la
profundidad emocional que caracterizaba a la
verdadera Woolf. Esto subraya la diferencia entre
generar respuestas plausibles y comprender
genuinamente las mismas.
Crear un avatar para diálogos artificiales
requiere seguir varios pasos, en realidad
sencillos cuando hablamos de herramientas
que están pensadas y automatizadas para
este fin concreto.
La mayoría de los avatares se basan en robots
virtuales 3D animados que muestran la imagen
del personaje en una pantalla para identificar
con quién estamos dialogando; es una manera
muy básica de diseño, pero la interacción es la
misma a nivel conversación. Es cierto que, con el
tiempo del que disponíamos, lo importante para
este artículo era la conversación en sí más que el
aspecto de con quien conversábamos. Por otro
lado, llevamos a cabo un solo avatar realista, el
de Alan Turing. No está disponible para interac-
tuar con él por una cuestión de coste económico.
Si bien es cierto que, aun manejando el mismo
contenido que los robots virtuales 3D animados,
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