Page 104 - Barbieri. Música, fuego y diamantes
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BARBIERI. MÚSICA, FUEGO Y DIAMANTES
Retrato de Mariano José de Larra, anónimo, ca. 1835. Museo del Romanticismo, Madrid [cat. 122].
París. Poco después de este mismo año en el que Barbieri y Olona estrenaron su zarzuela Mis dos mujeres –llama la atención la casualidad del título– Olona está viviendo en Madrid con la cantante Carolina Di-Franco. De to- dos los amigos que tenía la pareja, es a Barbieri a quien acude Angela Belnie, agradeciéndole su preocupación y confiándole su desesperación. A través de la prosa de esta mujer, descubrimos un hombre atento, generoso y lleno de empatía. Nunca ha dejado Barbieri de ser, como lo apunta Rafael García Santiesteban, libretista en 1870 de Robinson, un «furibundo amigo».
3. LAS «PASIONES HUMANAS»
Y LA VOZ DEL PUEBLO: UN TRABAJO HACIA LOS PERSONAJES IDEALES
La música de Barbieri contribuyó a dar vida a múltiples personajes a lo largo de su obra. Las características có- micas del libreto, tan esmeradamente defendidas por el compositor, le proporcionan un espacio teatral donde «se ponen en juego la mayor parte de las pasiones huma- nas»9. Muchos personajes expresan sentimientos fuertes, nobles, transcienden su condición para restablecer el
orden –moral, político y por supuesto argumental– y se unen para lograrlo. Las «pasiones humanas» que tanto mueven a Barbieri le hacen componer dúos y tríos cargados de una emoción inmensa, sin que el origen social de los personajes tenga la menor importancia. La parte final del dúo entre Lamparilla y Paloma situado en el acto segundo de El barberillo de Lavapiés lleva una concentración muy alta de la belleza alcanzada por la pluma barberiana. Estos dos personajes, típicos de la tonadilla por ser el uno barbero y la otra una maja costurera, de origen humilde, se encuentran en medio de un gracioso juego de seducción, desafiándose el uno al otro. Cogiendo el texto a contrapié, Barbieri desarrolla unos compases cuya tensión dramática des- vela la fuerza de tracción que mueve a los protagonistas. Maja o princesa, barbero o capitán, los sentimientos nobles no entienden de clases sociales bajo la pluma de Barbieri. De hecho, le encanta jugar con los códigos de inversión social que definen la comedia. En la misma obra, Larra y Barbieri ponen en escena un dúo entre Paloma y la Marquesita, personaje cuya identidad se confunde con su rango. Para que esta última pase desapercibida en el barrio de Lavapiés, Paloma le enseña a comportarse, hablar y cantar como una maja, aprovechando la ocasión para celebrar e idealizar una vez más este universo dieciochesco tan típicamente español. Con Pan y toros, José Picón le había ofrecido en 1864 un libreto ambientado también en los últimos años del siglo xviii, y en el cual Goya y Jovellanos formaban parte de la lista de personajes,
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Contestación al maestro Hernando..., p. 8.