Page 77 - I estoria-ta: Guam, las MarianasI estoria-ta: Guam, las MarianasI estoria-ta: Guam, las Marianas y la cultura chamorra
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Género y vida cotidiana en la misión jesuita. El proyecto ABERIGUA
Sandra Montón Subías
Universidad Pompeu Fabra
Instituto Catalán de Investigación y Estudios Avanzados (ICREA)
1. Introducción
El 6 de marzo de 1521 fue una de esas fechas que mar- can el futuro de una población entera: en este caso, la de chamorros y chamorras de las islas Marianas. Ese día ancló en Guam la expedición de Magallanes, en sus últimas y con solo tres de las cinco naves que origi- nalmente habían partido de Sevilla. Cuando isleños e isleñas fueron a su encuentro, se produjo la primera interacción entre Oceanía y Europa (Bayman y Peter- son, 2016: 231; Rogers, 2011: 7). El final de este episo- dio, que acabó según Pigafetta (1999 [1525]: 17) con la muerte de siete isleños y el incendio de varias em- barcaciones y unas «cuarenta o cincuenta casas», hacía presagiar un futuro nada alentador para la cultura cha- morra Latte pre-colonial. Y es que la empresa maga- llánica situó al archipiélago en el radar de la ambición colonial que acabaría afectando a todos sus habitantes, sobre todo tras dar comienzo su colonización perma- nente. Ello ocurrió en 1668, cuando el jesuita Diego Luis de Sanvitores estableció la primera misión en Ha- gåtña (Agaña), la capital actual de Guam.
Concebida inicialmente como un proyecto pacífico, los misioneros jesuitas pronto advirtieron que secto- res cada vez más crecientes de la población local, que
en principio los había recibido amigablemente, iban a combatir la misión por resultarles incompatible con sus costumbres. Superado por esta situación, Sanvi- tores decidió solicitar ayuda militar a la corona, que acabó siendo fundamental para iniciar el proceso re- duccional que concentró a nativos y nativas en unos pocos poblados, principalmente en el sur de Guam (Driver, 1988; Hezel, 2015). Muchos de ellos fueron así extrañados de sus tierras (y de las de sus ancestros), reubicados en territorios ajenos y obligados a vivir en una nueva lógica espacial, que combinó la imposición de instituciones y usanzas foráneas con la destrucción de las propias.
Las reducciones funcionaron a modo de ingenios «civilizatorios» que arremetieron contra las rutinas tra- dicionales para intentar transformarlas de acuerdo a la racionalidad jesuita mediante estrategias y políticas que incidieron sobre la cotidianeidad, racializaron e indigenizaron a la población nativa, fomentaron nue- vas jerarquías sociales e impulsaron nuevos modelos de masculinidad y feminidad en una relación de poder mucho más asimétrica de la que existía hasta entonces entre hombres y mujeres (Montón-Subías, 2019). Tal vez la consecuencia más calamitosa de esta nueva épo- ca fue el desmoronamiento de la demografía chamorra,
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