Page 114 - El poder del pasado. 150 años de arqueología en España
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años la arqueología medieval volvía a la universidad. A partir de este momento el gráfico de Google Books se dispara.
Aunque hubo ocasiones perdidas para interactuar con otras tradiciones europeas más avanzadas, tal y como ocurrió con la arqueología polaca, la aportación de algunos investigadores británicos, alemanes y, sobre todo, fran- ceses en estos años fueron fundamen- tales para construir nuevas narrativas de carácter arqueológico. En particular el papel de la Casa de Velázquez y de la arqueología marxista hispana de los años 70-90 ( Cressier, Moret 2007 ) per- mitió un desarrollo sin precedentes de la arqueología de al-Andalus, la única que hasta el momento ha logrado cons- truir una Grand Narrative sobre las so- ciedades medievales hispanas. La reno- vación de la arqueología del período altomedieval, que ahora engloba las trayectorias de la arqueología cristiana y del período visigodo, fue más comple- ja y requirió de nuevos enfoques teóri- cos y metodológicos. Y sin duda alguna el papel de la arqueología preventiva, desarrollada de forma masiva desde fi- nales de los años noventa, ha sido tam- bién otro de los factores importantes de renovación disciplinar. En cambio, la maltratada arqueología bajomedieval sigue padeciendo los apriorismos de la abundancia de fuentes escritas que li- mitan su desarrollo.
La dependencia intelectual de la arqueología medieval respecto a un me-
dievalismo que a lo largo de buena parte del siglo xx ha estado condicionado por la construcción de una historiografía na- cionalista española basada en la identifi- cación de España con Castilla y la reli- gión cristiana ( Manzano 2000 ), ha terminado por establecer una neta se- paración entre « arqueologías medieva- les ». De hecho, ya desde el Congreso de Arqueología Medieval española se esta- bleció una clara división entre la arqueo- logía visigoda, islámica o de al-Andalus y la arqueología de los reinos cristianos. En términos comparativos, es interesan- te subrayar que también en Italia ha ha- bido una ocupación islámica, así como normanda, ostrogoda, lombarda, etc., pero la arqueología medieval se ha do- tado de una fuerte cohesión disciplinar. Y a pesar de que desde los años 90 la influencia de la arqueología italiana y el diálogo con la arqueología portuguesa ha sido constante, estas diferencias muestran la diversidad del contexto so- cial y político en el que se ha desarrolla- do la arqueología medieval en los últi- mos decenios en estos países.
En los últimos años la hegemonía de la arqueología medieval como es- pacio de experimentación multidiacró- nico que se prolongaba hasta nuestros días ha sido cuestionado por la emer- gencia de una prometedora arqueolo- gía de las sociedades contemporáneas liderada, también en esta ocasión, por arqueólogos de formación prehistóri- ca-antropológica. Pero también en el
ámbito temático líneas de trabajo que había surgido en el seno de la arqueo- logía medieval, como es el caso de la arqueología de la arquitectura, van ad- quiriendo una identidad académica multidiacrónica propia. Dicho de otra forma, aunque de forma incompleta y parcial, las « arqueologías medievales » se han consolidado académicamente y establecido sus límites.
Desde el cambio de milenio se ob- serva una creciente influencia del pen- samiento anglosajón en la arqueología medieval hispana en el marco de una creciente globalización de la actividad científica. También las Archaeological Sciences tienen cada vez más peso en nuestra disciplina en el marco de una progresiva fragmentación de grupos de investigación.
En definitiva, la arqueología me- dieval a inicios del siglo xxi es el resulta- do de la convergencia de una diversi- dad de tradiciones mal amalgamadas que no han logrado aún dotarse de una coherencia e identidad académica y profesional fuerte. Ni siquiera las nume- rosas revistas especializadas actúan como instrumento de cohesión, de la misma forma que tampoco hay foros de encuentro en los que dialoguen de for- ma regular las distintas « arqueologías medievales ». Parafraseando a M. Barce- ló, la arqueología medieval sigue estan- do en las afueras del medievalismo, pero también de la arqueología.
Arqueología Medieval (2011), que sostienen las institu- ciones y centros más activos y con grupos de investiga- dores más numerosos. Mientras los Congresos de Ar- queología Medieval Española —que arrancaron en 1985 y de los que se han celebrado seis—, se han convertido en el primer foro de reunión y debate de la especiali- dad, y la mejor expresión de por donde van las tenden- cias actuales (Molina y Eiroa 2007).
La arqueología medieval más fuerte es la Andalusi, desde el punto de vista teórico, metodológico e innova- dor, pero la de los antiguos territorios cristianos ha ido mejorando su trayectoria en las dos últimas décadas. Se han abierto nuevas líneas de investigación como la zooarqueología, la osteoarqueología humana, con re-
sultados muy sugestivos y, por otro lado se han sentado las bases para la creación de protocolos unificados en el estudio de los paisajes agrarios y la arqueología del pai- saje pero también ha sucedido algo parecido en el caso de la bioarqueología y de los métodos de datación (Car- vajal 2014: 331). Hay pensamiento propio en temas como la documentación y gestión del registro arqueoló- gico ( Malpica Cuello y García- Contreras 2016b ), que además resultan de interés para otras arqueologías. Y, en fin, de cara al futuro, las cuestiones de arqueología del culto y la religión y una arqueología de las identida- des, especialmente interesante en al- Ándalus, se pre- sentan como áreas de estudio prometedoras de cara a la próxima década (Carvajal 2014: 332-33).
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