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tra de la CGEA, firmada por destacados catedráticos universitarios: Lluis Pericot y Alberto del Castillo de la Universidad de Barcelona, Antonio García y Bellido y Martín Almagro de la de Madrid, Antonio Beltrán Mar- tínez de la de Zaragoza, Cayetano de Mergelina de la de Murcia, y Joan Maluquer de la de Salamanca, con lo que se logró la suspensión de la CGEA en 1955. En su lu- gar se creó ese año el Servicio Nacional de Excavacio- nes Arqueológicas, estructurado en diversas delegacio- nes que respondían a los distritos universitarios, a cuyo frente estaría un catedrático universitario de Prehisto- ria o de Arqueología. No obstante, se observó un perío- do de transición en el que siguió actuando el propio Martínez Santa-Olalla y algunos de sus comisarios en el marco provincial, amén de la continuidad de servi- cios arqueológicos en el ámbito de las Diputaciones Provinciales, como ocurre en Barcelona, Valencia y Madrid, o incluso la creación de algunos otros, como es el caso de Granada ( 1946-1947 ), Gerona ( 1950 ), Astu- rias (1952), Salamanca (1954) y Vizcaya (1958).
En el ámbito universitario, una nueva generación de arqueólogos va ocupando cátedras, actualizando y normalizando la docencia de la disciplina y las interven- ciones arqueológicas. Así, al igual que Antonio Beltrán obtuvo la cátedra de Arqueología, Epigrafía y Numismá- tica en la Universidad de Zaragoza en el año 1949, Joan Maluquer accedió a la de Salamanca en el mismo año, mientras que Miquel Tarradell accedió a la de la Univer- sidad de Valencia en 1956. Además, Pere de Palol (1923- 2005) obtuvo la cátedra de Arqueología de la Universi- dad de Valladolid en 1956, iniciando las excavaciones de la ciudad romana de Clunia, aunque su orientación in- vestigadora derivó hacia la arqueología paleocristiana y medieval. En el último año del período que considera- mos, Gratiniano Nieto Gallo (1917-1985), discípulo y yer- no de C. de Mergelina, ocupó la cátedra de Arqueología,
Epigrafía y Numismática en la Universidad de Murcia, mientras que Antonio Blanco Freijeiro (1923-1991), dis- cípulo dilecto de García y Bellido, ganó la oposición de esa misma titulación para la Universidad de Sevilla, tras la jubilación de J. de M. Carriazo [fig. 14].
Asimismo, hay que tener presente la consolida- ción de los Congresos Nacionales de Arqueología, a raíz de la iniciativa llevada a cabo por Antonio Beltrán de organizar los Congresos Arqueológicos del Sudeste. El primero de estos últimos se realizó en 1945 en Carta- gena, donde Beltrán era el director del Museo Arqueo- lógico Municipal. Aunque contó con el apoyo inicial de la CGEA y del propio Martínez Santa-Olalla, que incluso inauguró el II Congreso de 1946, celebrado en Albacete, ya en el III Congreso del Sudeste, celebrado en Murcia en 1947, la presencia determinante fue para los profe- sores universitarios y directores de museos, como C. de Mergelina, B. Taracena, A. García y Bellido, M. Balles- teros, M. Almagro, J. M. de Navascués y J. Cabré. Final- mente, en su quinta celebración, realizada en Almería en 1949, el V Congreso Arqueológico del Sudeste (que a la postre sería el último) tuvo asimismo la considera- ción de I Congreso Nacional de Arqueología, y a partir de aquí se celebraron periódicamente, por lo general de manera bianual. Durante el período que nos ocupa se celebraron respectivamente en Madrid (1951), Gali- cia (1953), Burgos (1955), Zaragoza (1957), Oviedo (1959) y Barcelona (1960).
Presencia de instituciones arqueológicas extranjeras
Exponente asimismo del aperturismo español del mo- mento y de su arqueología fue la presencia de institu- ciones extranjeras en nuestro país. La más trascenden- tal para el desarrollo de esta disciplina en España
FIG. 14
Antonio Beltrán Martínez y su esposa, Trinidad Lloris Miralles, en un yacimiento arqueológico no identificado hacia mediados de los años 1950.
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