Page 77 - El poder del pasado. 150 años de arqueología en España
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durante la segunda mitad del siglo XX, sobre todo en el ámbito de la metodología arqueológica, fue la del Insti- tuto Arqueológico Alemán. Su sede se inauguró en 1954, el mismo año de la celebración en Madrid del IV Congreso de la Unión Internacional de Ciencias Prehistóricas y Protohistóricas. Su primer director, Helmut Schlunk (1906-1982), especialista en arqueolo- gía de la Tardoantigüedad, dirigió el estudio de la villa y mausoleo tardorromanos de Centcelles (Tarragona). Desde un primer momento, también se incorporaron al Instituto el arquitecto T. Hauschild y W. Grünhagen, que dirigió las excavaciones en la ciudad romana de Munigua (Villanueva del Río y Minas, Sevilla), y los pre- historiadores E. Sangmeister y H. Schubart, que ten- drán un protagonismo importante en el desarrollo de la Prehistoria Reciente y Protohistoria peninsulares. Exponente de ello son los abundantes e importantes proyectos de investigación en todo el territorio penin- sular y desde la Prehistoria hasta la Edad Media, así como la publicación de la revista Madrider Mitteilun- gen y las series de monografías Madrider Forschungen, Madrider Beiträge e Iberia Archaeologica.
De menor trascendencia, pero ciertamente repre- sentativo de aquel momento, fue el inicio de la colabo- ración de la norteamericana William L. Bryant Founda- tion, que promocionó desde el año 1952 las excavaciones en la ciudad romana de Pollentia (Mallorca), bajo la di- rección de M. Tarradell, A. Arribas y D. Woods, así como en la necrópolis de Son Real (Mallorca), desde 1957, an- tecedentes de otras importantes intervenciones en otros yacimientos arqueológicos españoles a partir de 1960, como Tarragona, Ampurias o Carteia.
Finalmente, exponente de ese mismo proceso de apertura, de manera excepcional España tuvo una pre- sencia en la arqueología internacional con la constitu- ción en 1959 del Comité Español para el Salvamento de los Tesoros de Nubia, en el marco de la UNESCO, con una serie de campañas realizadas desde 1960, que fue- ron dirigidas por Martín Almagro Basch y en las que intervinieron otros investigadores, futuros catedráti- cos universitarios, como Francisco José Presedo Velo (1923-2000) o Manuel Pellicer Catalán (1926).
Desarrollo de la investigación
Paleolítico y Mesolítico
Para Obermaier, el abate Breuil y Bosch Gimpera, la cultura franco-cantábrica y la denominada cultura capsiense representaban las dos grandes unidades ét- nicas de la península que, una vez formadas, se encon- traban casi siempre por debajo de los grupos étnicos posteriores. Ellas habrían sido las autoras de dos con- cepciones artísticas perfectamente diferenciadas, el arte rupestre franco-cantábrico ( con sus representa-
FIG. 15
Portada de la obra de H. Obermaier y A. García y Bellido
El Hombre prehistórico y los orígenes de la Humanidad
( Madrid, Revista de Occidente, 1941 ).
ciones de animales aislados) y el arte capsiense del Este y del Sur (con escenas complejas de animales y hombres), que respondían, según Obermaier y Bosch, a una diferente psicología étnica [fig. 15].
En aquella época se había observado en los yaci- mientos paleolíticos de buena parte de la península una industria lítica caracterizada por el uso de microli- tos totalmente diferente a la del paleolítico superior europeo (Auriñaciense, Solutriense y Magdaleniense). A aquella industria lítica peninsular se le asociaban las pinturas rupestres levantinas. Las cosas cambiaron cuando se conoció mejor el capciense africano y, al mismo tiempo, se descubrió una industria microlítica mediterránea en Francia e Italia parecida a la peninsu- lar (Gravetiense).
Un primer toque de atención fueron los hallazgos del Parpalló (Gandía), donde Pericot identificó la se- cuencia cultural Auriñaciense, Solutrense Magdale- niense en una zona meridional en la que teóricamente debía predominar el Capsiense. Paralelamente, la cro- nología del mal llamado «arte levantino» derivó en un intenso debate entre investigadores españoles y ex- tranjeros o entre diferentes escuelas nacionales (la de Obermaier y Bosch contra la de Gómez-Moreno y Her- nández Pacheco). Bosch mantuvo hasta su muerte la cronología paleolítica de aquel arte, defendida por Breuil y Obermaier. En cambio Gómez-Moreno, Her- nández Pacheco y Cabré creían que eran más bien me- solíticas y neolíticas ya que no aparecía en ellas fauna cuaternaria, algunas escenas mostraban hombres con rebaños, cestos y tejidos, y además la industria lítica de las cercanías no era paleolítica. Por su parte Pericot propuso una evolución de las pinturas desde el Paleolí-
  La consolidación de la arqueología moderna ( 1912-1960 )
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