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Sin embargo, surgen en otros con textos señales del impacto del Concilio y una percepción distinta de la figura y de la obra de la santa carmelita. Pode mos encontrar ejemplos de ello en el número de la Revista de Espiritualidad dedicado al centenario. La repercusión de la innovación conciliar se capta en algunas afirmaciones polémicas que utilizan los tópicos teresianos contra los «peligros de la modernidad». Valga como ejemplo el artículo «Teresa de
la hispanidad»,16 de Blas Piñar, en el cual se polemiza con las posiciones laicas adoptadas por Jacques Maritain, MarieDominique Chenu –destacados protagonistas del Concilio Vaticano II– y por otros exponentes católicos. A la separación entre Estado e Iglesia, a la «tesis de anticruzada» de Chenu, Piñar opone una actualización del «sentido que en esa obra de rehispanización supuso nuestra Cruzada» y señala como modelo alternativo a «Teresa, santa de la Hispanidad, y por tanto,
de la interpretación espiritualista de la Historia». La imagen y la obra teresia nas vuelven a ser, como trámite de una visión antimoderna, guía y «faro» de una renovada unidad de los pueblos «históricamente hispanos».
En cambio, el artículo «Aspectos vulgares del estilo teresiano y sus posi bles razones»,17 de Felicidad Bernabéu Barrachina, subraya la conciencia de Teresa de su ascendencia judeocon versa. La autora analiza la escritura de la mística carmelita poniendo de
relieve sus numerosos «descuidos» en la construcción sintáctica y gramati cal, y la introducción de expresiones típicas del lenguaje popular; detecta en ello la motivación de la necesidad de esconder su condición de «cristiana vieja», en cuanto el hecho de ser letra- do podía constituir para la Inquisición un indicio de posibles orígenes judíos. Se trataría, por consiguiente, de una «rusticidad consciente e intencionada» en contraste, para la autora, con el profundo conocimiento que tenía la mística carmelita de los escritos de los teólogos; es decir, una estrategia lingüística.
Con ocasión del centenario, Pablo VI concedía el Breve Lumen Hispaniae (18 de septiembre de 1965), con el
que Teresa de Jesús fue proclamada «patrona de los escritores católicos españoles». En concomitancia con el proceso de renovación de una Iglesia proyectada hacia la modernidad, el pontífice, con un lenguaje exento de lugares comunes, exaltó la santidad, la espiritualidad y la obra reformadora teresiana subrayando la autoridad de la escritora con estas palabras: «sed etiam plures libros, admirabili sapientia refertos, conscripserit».18 Posteriormen te, en septiembre de 1970, interrum piendo la tradición que proclamaba Doctores de la Iglesia solo a figuras masculinas, concedía ese título a Teresa de Jesús y a Catalina de Siena.
En los años sesenta el impacto del Concilio Vaticano II sobre la Iglesia
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