Tradicionalmente, el trabajo conjunto entre Pablo Picasso y Julio González ha sido considerado por la historiografía del arte como el momento en el que se produce la «invención» de la escultura en hierro y, por lo tanto, la introducción de la abstracción en el territorio escultórico. Sin embargo, y por primera vez, la presente muestra plantea cómo este hecho, uno de los hitos fundamentales en el arte internacional del siglo xx, no fue algo aislado y puntual, sino consecuencia de un proceso que «respondía a un impulso de transparencia y desmaterialización que agitaba, de diferentes maneras, la creación artística de finales de los años veinte y comienzos de los treinta», en palabras de Tomàs Llorens, comisario de la muestra en el origen de este proyecto.
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