La muestra destaca un aspecto de este polifacético artista que seguramente se ha valorado poco: su fastuoso atuendo. En un tiempo en el que muchos participaron de la mascarada como parte inseparable de la cultura de transición, Casal llevó el reto hasta sus últimas consecuencias. Con él llegaría el escándalo, una frivolidad furiosa que exigía nuevos aires, una perspectiva distinta sobre las cosas.
Veinticinco años después de su prematura desaparición, el mensaje de Tino Casal sigue vigente. Tino Casal fue un creador generoso, que colaboró desinteresadamente con músicos, cineastas, fotógrafos y diseñadores, y se convirtió en uno de los iconos de eso que se llamó la Movida madrileña. Fue un precursor de estilos, que defendió mucho antes de que España estuviera a la altura de su desafío estético. Durante los años 80, además de producirse un incremento exponencial de las firmas de diseño prêt-à-porter, la moda sufrió un proceso de expansión que la llevó a invadir distintas esferas de la sociedad, tanto de las artes como de otras producciones culturales e industriales. La figura de Tino Casal ejemplifica bien esa amplificación de la importancia de la imagen, encontrándonos en su caso con un compendio de influencias que ilustra los flujos culturales de la posmodernidad.
La exposición reúne cerca de 200 piezas, compuestas por unos 50 conjuntos, complementos, portadas de discos, fotografías y otra obra de Tino Casal, procedentes en su mayoría de préstamos de su familia. El recorrido se complementa con obras de artistas fundamentales en la carrera de Casal, como Costus, Fabio MacNamara, Pablo Pérez-Mínguez o Miguel Trillo.